La imagen de tres niñas, cubiertas con sábanas y cobijas, durmiendo sobre el techo del Hogar Inés Chambers llamó la atención de los vecinos a las seis y media de la mañana del miércoles. Nunca antes había ocurrido. “Es la primera vez”, dijeron moradores de las calles Domingo Savio y Tungurahua, en el suroeste de Guayaquil.

Micaela, Esther y Nicole, de entre 8 y 11 años, decían entre sonrisas que no tenían frío sobre la cubierta helada de zinc. “Nosotras no salimos a la calle”, dijo Esther cuando una mujer le advirtió de la inseguridad.

Cerca de las siete de la mañana todas habían subido, pisando unos cables, hasta un techo más alto y desde ahí saludaban a quienes las miraban. Del otro extremo del tejado apareció Amy, una adolescente que se sumó al grupo. Callada.

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“En el año y medio que llevo como directora del Hogar nunca hemos tenido tantas dificultades”, asegura Diana Ocampo, directora del Hogar Inés Chambers, regentado por la Benemérita Sociedad Protectora de la Infancia, en donde se da acogida a 71 menores mediante un convenio firmado en el 2012 con el Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES). Esta entidad dispuso la intervención del centro por un equipo de supervisores desde el pasado sábado 9. “Seguramente sin ninguna mala intención por parte del equipo que el MIES colocó, pero han resultado ser un estímulo muy negativo para los niños”, agrega Ocampo.

Los cuidadores son los referentes de atención y autoridad, explica. “De repente, además del cuidador tengo a dos más que miran lo que él hace, lo que me dice, entonces me doy cuenta de que yo puedo no obedecer, porque nadie me va a corregir”, analiza la directora y cita como ejemplo que los supervisores del MIES les permitieron a los menores jugar pelota sin zapatos o les han prestado celulares, lo que no está permitido en el centro social.

La directora del distrito centro-sur del MIES, Amanda Arboleda, asegura que “nada de eso es cierto”. “En el momento en que entramos a ver la dinámica de la casa (y decimos) ‘ustedes no pueden proferir insultos, no pueden amenazar’, y comiencen a darse situaciones de pérdida de la disciplina, sí nos hace reflexionar de cuáles han sido los protocolos de disciplina de la casa antes de que entrara el equipo del Ministerio”, dice.

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La intervención del MIES, indica Arboleda, se produjo para dar seguimiento a la medida de protección que dictó una jueza tras la denuncia de maltrato que hizo un menor que se había fugado del hogar. “La medida establece la suspensión de los supuestos agresores y que se prohíba que se amenace a los niños”, especifica.

No obstante, Ricardo Koenig, presidente de la Sociedad Protectora de la Infancia, precisa que la fuga se dio en un adolescente de 16 años. “Se escapó, volvió a los 15 días con un moretón y dice que se lo hicieron dentro del hogar. La jueza de manera inconsulta ordena la separación de tres educadores sin haber hecho absolutamente ninguna investigación, parecería que no ha leído el informe psicológico del menor que dice que es agresivo, que les pega a sus hermanos, que es manipulador y mentiroso. No es un informe de hoy, desde que el adolescente ingresó hacemos evaluaciones psicológicas periódicas”, detalla Koenig.

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El problema de fondo que tiene el Hogar Inés Chambers, y que agrava la disciplina general, se origina, dice Koening, porque de los 71 niños que albergan 16 son adolescentes, población para la cual esta casa de acogida no está en capacidad de atender. “El convenio con el MIES dice que la población que podemos recibir es de 3 a 11 años, que es a lo que nos hemos preparado, no para adolescentes”, afirma el directivo, y recalca: “Nosotros le prestamos un servicio al MIES, no somos empleados de ellos. El MIES paga puntualmente, este no es un tema administrativo sino de derivar a otras instituciones que estén preparadas para manejar a los adolescentes”.

Amanda Arboleda reconoce que el hogar no debe recibir adolescentes. El jueves señaló que mantenía reuniones con su equipo de trabajo para instruir al Hogar Inés Chambers de que cumpla con el personal adecuado. “Estamos buscando cupos en otras casas de acogida para que dentro del mes de junio podamos trasladar a los adolescentes”, se comprometió la funcionaria del MIES.

700 mil dólares es el presupuesto del Hogar. El estado cubre con el 50 %.

La solución es que hoy el MIES disponga el traslado, a otras casas, de 16 adolescentes. El MIES ha irrespetado el convenio y las consecuencias son de su responsabilidad.Ricardo Koenig, Pdte. Sociedad Protectora de la Infancia  

Se pide atención médica en caso de males psiquiátricos

Entre los 16 adolescentes que tiene el Hogar Inés Chambers, dice la directora, Diana Ocampo, hay menores con problemas psiquiátricos. “Se fortalecen sus problemas de rebeldía, por la adolescencia en primer lugar, y por el problema psiquiátrico en segundo lugar”, explica Ocampo y asegura que han hecho reiterados pedidos de atención médica al MIES.

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“La mayor parte de los niños son atendidos con psiquiatras particulares con dinero que sale de nuestro bolsillo, nos dan cita cada tres meses a un niño que necesita ser revisado cada quince días”, cuenta la directora de la casa de acogida.

También pide fármacos. “Nosotros compramos las medicinas, el Ministerio de Salud a través del Hospital Francisco de Ycaza Bustamante, donde atendemos a los niños, nos da cierta medicina”, dice Diana Ocampo. (I)