El fruto de su amor no esperó mucho tiempo. Al año de haberse dado el ‘sí, acepto’, Fernando y Elizabeth ya acunaban en los brazos a una hermosa niña que los inauguró en el mundo de la paternidad. No hubo guía para los primeros días, ni una gran pericia de todo lo que implicaba los cuidados de la pequeña, dejaron que el amor y algunos de los consejos de los suyos los guiaran en esta labor que les ha hecho experimentar nervios, emoción, pero sobre todo, una alegría arrolladora.