La libertad de Guayaquil ante el yugo de la corona española en 1820 no solo fue posible gracias a la valentía de personajes nacidos en este territorio, sino de personalidades extranjeras.

Por ejemplo, los militares venezolanos Luis Urdaneta, León de Febres Cordero y Miguel de Letamendi participaron en la gesta. También uno de los principales responsables de la Revolución octubrina fue José de Villamil, quien nació en Nueva Orleans, Luisiana, en 1788.

El curaca cuzqueño Hilario Álvarez fue protagonista en la toma de cuarteles españoles la noche del 8 de octubre de 1820. Su llegada a Guayaquil se dio un año antes, al integrar el batallón de Granaderos de Reserva, según reseñas del fallecido cronista Efrén Avilés.

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Al poco tiempo, Álvarez expresó a los guayaquileños su apoyo a los planes libertadores.

Junto con su segundo jefe, Gregorio Escobedo, decidieron unirse a la jornada independentista, que comenzó a gestarse el 1 de octubre de 1820 en la denominada Fragua de Vulcano, reunión secreta celebrada en casa de José de Villamil.

Según reseñas del historiador Rodolfo Pérez Pimentel, Álvarez realizó la primera patrulla de la madrugada del 9 de Octubre de 1820, cabalgando hacia la vivienda del comandante de Granaderos de Reserva Benito García del Barrio, donde actualmente se asienta la Biblioteca Municipal.

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Allí tomó prisionero a García del Barrio, luego de un enfrentamiento entre las tropas rebeldes y el batallón realista.

Antes, Álvarez había convencido a los sargentos Pavón y Vargas, del cuartel Daule, establecido en La Tahona, para que se unieran a los planes independentistas ante España.

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El comandante García del Barrio fue llevado prisionero hasta el cuartel de Artillería.

Álvarez avanzó hacia el cuartel de La Planchada, en el barrio Las Peñas, y frustró cualquier respuesta española.

Hilario Álvarez, cacique cuzqueño. Foto: Archivo.

Una vez establecida la independencia porteña, el cacique cuzqueño se mantuvo prestando sus servicios militares a la Junta de Guayaquil.

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Luego participó en las batallas de Camino Real y la primera de Huachi, en la que perdió. Según las reseñas de Avilés, en ese combate Álvarez retiró sus tropas en forma inexplicable, y fueron derrotados.

El cacique se retiró de la vida pública y murió días después de la batalla del Pichincha.

En Guayaquil, él vivía frente al viejo convento de San Agustín, según reseñas del historiador Pérez Pimentel.

Calle céntrica

En honor a la lucha de Álvarez en la gesta de 1820, una calle del centro porteño lleva su nombre. El investigador Javier Castillo explicó que esta vía aparece en el plano de Millet y era denominada Lazaristas. Con ese nombre se mantuvo hasta inicios del siglo pasado.

En el plano de Francisco J. Landín, en 1909, la vía ya se muestra con el nombre de Cacique Álvarez. También recibió, temporalmente, el nombre de avenida Séptima, en el plano de nomenclatura numérica de Landín, manifestó Castillo.

En el plano de Froilán Holguín de 1919 aparece con el nombre de Juan de Dios Morales, denominación que usó por poco tiempo, debido a que en los planos de saneamiento utilizados para la canalización de la ciudad por parte de la compañía White, de diciembre de 1920 y 1922, vuelve a aparecer como Cacique Álvarez.

Hasta 1923 esta vía se extendía desde avenida Olmedo hacia el sur, en la calle El Oro.

En el plano municipal de 1929, la calle Cacique Álvarez se corta en Gómez Rendón. Su recorrido anterior hasta el sur se transforma en la prolongación de la calle Hideyo Noguchi, manifestó Castillo.

En la actualidad, esta céntrica calle acoge locales comerciales y varios negocios, y forma parte de la Bahía. (I)