Delia Loja vive desde hace 40 años en Vacas Galindo y la 44, en el suburbio de Guayaquil. Allí, tiene una casa que está en la ribera del estero Salado y que está construida de madera y zinc.

La vivienda, en la que habitan ella, su hija y dos nietos, tiene un doble piso. El primero fue el que se llenó de agua la noche del martes, 21 de marzo, con el aguaje.

“Me asusté muchísimo, yo salí corriendo de la casa con los niños, nos pusimos en la parte de cemento. Siempre hay aguajes, pero ayer fue feo, el agua se metió, era como olas que iban arrastrando cosas”, contó Loja.

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Hasta la mañana de este miércoles 22 varios callejones en las riberas del Salado se mantenían con la calzada húmeda.

En parques del sector, los juegos infantiles estaban en medio de pozas de agua.

Mediante un comunicado, el Municipio de Guayaquil informó que aquello fue ocasionado por el cambio climático y conoció que eventos similares se produjeron en Samborondón y Machala.

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Cristina Morales, moradora del sector, afirmó que el ingreso de agua a las viviendas no es un hecho nuevo. Cada tres meses el barrio se llena de agua en horas de la noche por el aumento de la marea, pero esta vez fue algo diferente.

“Nos dijeron que faltan dos días de aguaje fuerte y que falta el de Semana Santa”, dijo.

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En los 20 años que vive Morales cerca del Salado, la noche del martes fue la primera vez que el agua ingresó con tanta fuerza a las casas.

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De hecho, ella salió hasta la principal al igual que otros vecinos. “Salimos a la carrera como cuando hubo el temblor, todos estábamos asustados porque pensamos que ya se venían abajo las casas”, contó otra moradora.

Con el agua que llegaba hasta los tobillos, las familias optaron por alzar electrodomésticos o sacarlos hasta que el agua baje.

Asimismo, poner a buen recaudo a los niños ya que el cableado empezó a hacer cortocircuito.

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Al menos diez luminarias de uno de los callejones de la calle 44 se apagaron con la inundación.

El agua del estero llegó a calles de las riberas del Salado. Foto : Francisco Verni Foto: El Universo

María Mejillones dijo que era una especie de corriente que venía desde la zona baja en la calle 43 y 44 hasta la 46.

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En la 46 y El Oro, al pie de un muelle, el agua alcanzó los 15 centímetros. En esa zona, las familias han optado por alzar las viviendas para evitar que la subida constante de agua deteriore artículos.

Los moradores del suburbio solicitan que se tomen acciones por parte de las autoridades. Un muro de contención es uno de los principales pedidos. (I)