Una mujer de casco, abrigo y licra roja, color que hace juego con su motocicleta eléctrica, toma posesión de una parte de la calle 17. Avanza a unos 15 kilómetros por hora entre el parterre central y los conductores de carros que pelean por el espacio más cercano que los libere de esa estrecha calle, mientras otros choferes se distraen por tratar de ver a servidoras sexuales que laboran en las esquinas de ese corredor.