La historia de Éricka Moreno, una madre guayaquileña de 42 años, se escribe con esfuerzo día a día. Ella se levanta a las 05:30 para atender a sus cinco hijos pese a que su descanso haya sido interrumpido por cuidar de Andrés, su hijo de 24 años, quien tiene parálisis cerebral (PCI), discapacidad física e intelectual en un 89 %.