El español Gonzalo López-Barranco llegó a Guayaquil el 24 de abril del 2014 para compartir con su padre, quien trabajaba, en ese entonces, en el Teatro Sánchez Aguilar, en Samborondón.

Era la primera vez que visitaba Ecuador y pensaba quedarse una temporada, sin embargo, no imaginó que eso se convertiría ya en once años y ahora con su propia familia.

Gonzalo, quien es oriundo de Valladolid-España, comenta que desde muy pequeño sintió que viajar era lo suyo, creció y vivió en varias ciudades de su país, luego se mudó por Inglaterra y Francia.

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“Siempre quise vivir en el extranjero, de niño me gustó viajar, sabía que debía venir a Latinoamérica, había algo especial por venir y aprovechando que mi padre estaba ya acá, vine”, recuerda él.

El español de 40 años recuerda que llegó a Guayaquil y pudo ver por primera vez las tormentas, y quedó maravillado.

Luego, el clima fresco de los meses de junio-julio en que Guayaquil está “más frío”.

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Él comenta que vivió en Las Peñas y se enamoró del barrio, de las calles empedradas, del vecindario y de tener como vecino al río Guayas.

“Me encanta el río Guayas, me da mucha paz, me gusta contemplarlo. Me gusta el centro de Guayaquil porque está todo muy cerca, puedes andar sin necesidad de coche”, dice Gonzalo.

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Gonzalo López-Barranco, el español que se siente un guayaco más. Foto: José Beltrán/ EL UNIVERSO Foto: José Beltrán

Agrega que el caminar por el centro se volvió un hobby, disfruta mucho recorrer las calles céntricas del Puerto Principal.

“Soy más guayaco que algunos guayacos, eso me dicen porque conozco lugares en el centro que muchas personas de acá ni siquiera conocen”, expresa.

Agrega que en Guayaquil sintió un vínculo muy grande por la acogida de la gente, ya que formó muchos amigos y conoció a su novia, con quien se casó y ahora tuvo su hija guayaquileña.

“Encontré en el cariño de la gente un arraigo que no había sentido antes. Me conmueve mucho que aquí, cuando hay un problema, todos te quieren ayudar. Esa empatía jamás había visto en otro lugar donde yo he vivido, en otros sitios la gente es vecina y ni se conocen; aquí sientes el interés humano, la gente es muy simpática”, dice.

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Barranco, quien trabaja como profesor universitario, disfruta mucho de su vida como un guayaquileño más.

Incluso destaca la gastronomía ecuatoriana, como el bolón, el seco de pollo, encebollado, sánduche de chancho, entre otros platillos que ahora forman parte de sus comidas favoritas. (I)