Al hablar un poco con Hanne Blusztein Casanova, se puede escuchar un leve acento argentino. Al pasar los minutos en una conversación, este se fusiona con el ecuatoriano, sobre todo, con el guayaquileño. Habla rápido y utiliza la jerga guayaca, con la que ha convivido por 23 años.

Ella nació en el Puerto Principal y, aunque su pasaporte es el ecuatoriano y en su cédula está Guayaquil, por opción también decidió ser argentina y así tener presente parte de su historia.

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Su padre, Eduardo Blusztein, es un argentino que tiene una marca reconocida de productos de ese país, El Rey del Choripán, y reside en la ciudad desde los años 80. Su madre, Cynthia, es ecuatoriana.

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Para Hanne ha sido sencillo tener la cultura argentina cerca, pues su padre, a pesar de tener varias décadas en Ecuador, no se ha desligado del país que lo vio nacer. Asimismo, tiene impregnada la cultura ecuatoriana por su madre, ya que creció en un hogar en el que se comían asados y también bolón y encebollado.

“Mi experiencia teniendo esta dualidad es algo que ha sido muy positivo y muy enriquecedor, algo de lo que me siento muy orgullosa porque, así como ecuatoriana, yo también me siento argentina”, relata la guayaquileña, quien disfruta a diario con sus padres, que tienen un local en Los Ceibos de venta de choripanes y otros platillos de la gastronomía argentina.

En su casa, cuenta Blusztein, ha estado siempre marcada la tradición culinaria argentina con los asados, beber mate y la pasión por el fútbol que caracteriza al país.

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Durante su niñez recuerda la fijación de sus compañeros por la procedencia de su padre y por la conexión con el fútbol.

“Cuando se trataba de fútbol me decían: ‘Tú papá es argentino, ¿qué piensa de esto?’. Creo yo que lo marcado que se tiene al fútbol y a Argentina era lo que siempre llamaba la atención. Mi papá incluso llegó a ser director técnico en los campeonatos del escuela, solo porque sabían que era de allá”, recuerda con alegría.

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En Los Ceibos, Hanne junto con sus padres Eduardo Blusztein y Cynthia Casanova. Foto: Ronald Cedeño

Su padre, además, es una persona activa dentro del Consulado de Argentina en Guayaquil y, por ello, la conexión fuerte se mantiene.

En sus 23 años, dice Hanne, lo positivo de tener esta especie de ‘doble vida’ o ‘dualidad’ de origen es que le ha permitido ser más de mente abierta e incluso crítica, sobre todo en la parte culinaria. Ella gusta de los asados, de la carne, de una buena tira de asado y papas fritas. Asimismo, por parte de su crianza ecuatoriana y guayaquileña, disfruta de un buen bolón y un encebollado.

A pesar de que siente a Guayaquil como suya y disfruta de lugares icónicos del centro de la ciudad y del norte, no ve lejano vivir un tiempo en Buenos Aires, ciudad natal de su papá, para especializarse.

Hace poco se graduó de abogada en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil y prevé acceder a una maestría.

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“Hay ese dicho de ‘La tierra llama’ y yo creo que eso es real porque Buenos Aires es un sitio al que siempre quiero volver y del que me siento parte de él, así como Guayaquil que es la ciudad en la que nací y crecí. Ese es el caso de mi papá, él siempre quiere volver y es algo que también nos ha enseñado a nosotros”, dice Hanne.

Ella tiene otros dos hermanos por parte de padre, quienes también comparten, al igual que ella, la doble nacionalidad.

Cuando habla de que es argentina por opción dice que fue una decisión que tomó más por su padre. Tenía 15 años cuando realizó el trámite junto con sus padres para obtener el papel que le daba la nacionalidad.

“Orgullosamente viajo con mi pasaporte ecuatoriano al igual que el argentino. Yo me siento orgullosa de pertenecer a Ecuador y mantener mis raíces argentinas”, manifiesta.

Para Hanne, tanto Ecuador como Argentina son países que están muy ligados.

“Es un equilibrio porque los argentinos quieren mucho a Ecuador y yo creo que viceversa. Argentina es un país latino, y también el argentino es muy cálido a pesar de que existe el prejuicio de que todos tienen el ego elevado. Creo que todo es un equilibrio y más allá de cualquier discriminación o prejuicio, para mí es un orgullo ser guayaquileña y, de opción, argentina”. (I)