Uno de los templos más antiguos de Guayaquil sufre el embate del tiempo. La humedad ha pasado factura a las molduras, paredes y techado de una de las iglesias referentes del centro de la urbe.

La iglesia de Santo Domingo de Guzmán está en las faldas del cerro Santa Ana y es uno de los puntos a los que turistas acuden cuando visitan la ciudad. También es conocida como San Vicente Ferrer.

Tiene más de 400 años de historia y es una estructura que se ha reconstruido en varias ocasiones por incendios e invasiones piratas que sufrió la ciudad.

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Iglesia La Victoria, en el centro de Guayaquil, a la espera de una intervención integral en la infraestructura

La iglesia tiene tres cúpulas: la principal en honor a la Virgen del Rosario y las laterales, a los santos Vicente y Jacinto.

En el año 2012, la iglesia ya entró en un proceso de remodelación interna por varios meses, que estuvo a cargo del Municipio guayaquileño.

Sin embargo, está intervención no fue suficiente ya que a la fecha lidia con varias afectaciones que comprometen su uso.

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Antes de ingresar al templo se observa una especie de hundimiento, que con las últimas lluvias, se ha convertido en un espacio donde el agua se acumular. Además hay filtraciones que no se sabe de dónde se originan.

Las fisuras se observan en diferentes partes del templo. Foto: José Beltrán

Dentro de la iglesia, en cambio, es visible el deterioro en la parte superior de las naves y en las paredes.

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Las manchas cafés de la humedad no solo están en las esquinas de la nave principal y las laterales, sino que poco a poco se han formado en la zona del Sagrario.

En esta última hay filtraciones que durante las fuertes lluvias ya han afectado el desarrollo de actividades por parte de los feligreses de la parroquia de Santo Domingo.

La iglesia San Agustín requiere estudio de suelo para determinar causas de asentamientos en la cimentación, problema que tiene 30 años

Los lienzos también tienen ciertas afectaciones por la humedad que concentra el templo.

Aunque no se ha cuantificado el costo que implicaría el mantenimiento y restauración de la parte pictórica, desde la comunidad se asume que sería elevado por la antigüedad de dichas obras.

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El fray William Reyes, sacerdote dominico, superior y párroco de la iglesia de Santo Domingo, dice que las condiciones del ambiente han sido el factor de peso para los daños que sufren la iglesia y los lienzos, algunos de autores anónimos.

El techado del claustro tiene la mayor afectación por la humedad. Foto: José Beltrán

También los costos que representa intervenir por parte de la comunidad la estructura, sobre todo por los protocolos que se deben cumplir.

Primero, un estudio general del estado de la iglesia (deterioro), luego conseguir los materiales de origen o acercarse mucho a los originales para conservar, mas no remodelar.

El Instituto Nacional de Patrimonio Cultural recalcó que todas las iglesias en la ciudad requieren estudios a nivel de suelo, cálculos estructurales, eléctricos, sanitarios.

Esto determinará el presupuesto, según el grado de intervención específico que se requiere en cada edificación, con su respectiva propuesta arquitectónica de restauración.

La planificación debe venir desde el Municipio en coordinación con los propietarios y notificarse al instituto, indicó esta última instancia.

“Se tiene que conservar como patrimonio y eso también genera cierto conflicto y cierta complicación en cuanto al mantenimiento de la iglesia por los costos que representa. (...) cualquier intervención que se quiera hacer se tiene que hacer con todo el cuidado, porque es parte del patrimonio”, manifiesta el párroco, quien menciona que es difícil conseguir los recursos para iniciar los trabajos.

Reyes afirma que sí hay una toma de conciencia constante del estado de la iglesia.

Por ello, se mantienen las normas de seguridad para que se pueda hacer buen uso del templo.

“En el interior del templo, la última restauración que se hizo está en buen estado, pero la amenaza es constante, siempre son las cuestiones climáticas las que afectan”, señala.

Iglesia Santo Domingo de Guzmán, el primer centro de fe guayaquileño

No solo la iglesia tiene severos daños provocados por la humedad, también está el deterioro en la zona del claustro.

Allí, prácticamente el techado ha sido carcomido por la humedad.

Los sacerdotes que había en ese sitio han optado por colocar toallas y mantas en algunas zonas del piso para evitar resbalones por los charcos que se forman.

El párroco dice que se deben hacer trabajos de impermeabilización y buscar canales para que el agua que se concentra en la cubierta desfogue.

Otro proyecto, indica Reyes, es levantar el muro que separa el predio de las viviendas sobre el cerro.

La estructura, al no ser tan alta, ha dado lugar a que personas ingresen y se roben artículos dentro del área de la iglesia y claustro. También se registra el ingreso de animales. (I)