Con buzo blanco, calentador gris y apenas un bolso pequeño de color naranja, donde cargaban sus documentos, uno a uno salían por la puerta de arribos internacionales del aeropuerto de Guayaquil. Su aparición por el pasillo central era llamativa en medio de los reencuentros de allegados con los viajeros.

Alrededor de unos 100 viajeros ecuatorianos aterrizaron en vuelo chárter proveniente de Harlingen Valley, Texas, luego de ser deportados de los Estados Unidos. Después de pasar controles por una hora aproximadamente, primero salió un grupo de mujeres y luego uno de hombres, que en buen número se distinguían por edades jóvenes, de entre 20 y 35 años.

Más de 400 ecuatorianos fueron detenidos cada día, en promedio, en la frontera sur de Estados Unidos en 2024

Al salir, varios de ellos no tenían familiares que los recibieran, unos tomaban taxis para dirigirse a la terminal terrestre y otros directamente tomaban furgonetas para regresar hacia sus localidades, principalmente de la Sierra.

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Por medio de teléfonos celulares trataban de comunicarse y hasta prestar una llamada a los migrantes que conocieron en los sitios de detención. Hubo otros que la tarde de este lunes, 12 de agosto, en medio del sigilo evitaban hablar de la experiencia vivida en el exterior.

En medio de las emociones encontradas por las vivencias experimentadas, Mayra, una joven cuencana de 35 años, contó que ella y su esposo, de 34, tomaron la decisión de migrar hacia Estados Unidos por temas económicos, tenían una deuda de $ 60.000 y su negocio de elaboración de muebles pasaba un mal rato.

Su cuñado ya había hecho una travesía parecida y logró pasar de manera ilegal.

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“Decidimos viajar porque tenemos una deuda bastante grande, aquí ya estaba malo el trabajo, no salía, por eso decidimos irnos para allá”, dijo.

Así, entre ambos terminaron pagando $ 15.000 a coyotes para buscar mejores días en Estados Unidos. Ella viajó hacia El Salvador y luego en tráileres hasta llegar a México. Durante 26 días estuvieron encerrados en un predio, donde no comían de manera seguida, y después los llevaron hasta la frontera para cruzar el río Bravo.

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Migrantes llegaron con un pequeño bolso que contenía artículos personales. Foto: Francisco Verni Peralta

“En el transcurso en que íbamos en el tráiler se subían los carteles a pedir dinero, muchas cosas; el chofer les daba, si no nos hacían algo”, expresó.

Ella se entregó a migración al cruzar la frontera, solicitó asilo por temas de seguridad; sin embargo, cumplió un proceso en el que le negaron su pedido, apeló la medida, pero fue deportada. Durante casi un mes estuvo en un sitio de migración y prisión hasta que se concretó el retorno a casa.

En esa prisión, además, ella narró que la hacían bañarse en horarios de la madrugada, con agua fría, y en otros, no podía asearse durante varios días.

“Aquí esperemos que nos vaya bien, porque es una experiencia horrible y a cualquier persona que quiere ir así no se la recomiendo, porque es lo peor. Se escuchan muchos casos de gente que se queda muerta en el camino, es una experiencia horrible, nunca pensamos eso; en el momento en que vivimos lo que vivimos fue bastante duro”, narró la joven cuencana.

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Iban en un tráiler y fueron obligados a bajar: así fueron secuestrados más de 200 migrantes en México, algunos son ecuatorianos

Y agregó que estas experiencias vividas la marcaron a nivel emocional y difieren de lo que escucha de otras personas que han cruzado de manera ilegal hacia el país norteamericano.

Ella dijo que con esta experiencia empieza a valorar las cosas que tiene y a sus seres queridos. No repetiría esa vivencia. “Aunque sea muy poco, es preferible estar aquí que arriesgarse a que nos pase algo en el camino. Uno le puede decir que es lo peor, entonces, uno ahora que vimos en carne propia es muy traumático”, explicó la mujer.

Entre los migrantes que salían sin un destino concreto estaba Milton, de 30 años. Él tenía su pasaporte en mano y unas pocas pertenencias. Contó que esperaba llegar sin aviso hasta su domicilio en El Empalme. No hizo llamadas para dar aviso a los suyos, puesto que de esa localidad salió por temas de seguridad.

El hombre contó que había cerrado su pequeño negocio de artículos varios, tipo ‘cincuentazo’, para buscar refugio en los Estados Unidos. Aquí, en su tierra, había sufrido de extorsiones, no accedió a pagar y además lo secuestraron.

“Presenté evidencias, no valió nada. Para ellos en el país no hay nada de eso y el país está bien. La situación en la que está el país nos ha obligado a migrar por el tema de trabajo, seguridad y economía”, contó.

Así, como la pareja cuencana, él había realizado su periplo por cuenta propia en avión hasta Centroamérica y luego en carro hasta la frontera en un tiempo de ocho días.

Asimismo, cruzó la frontera y le negaron alguna oportunidad de asilo, a pesar de que expuso los problemas y las pruebas de que fue víctima de casos de delincuencia.

“Por la seguridad, teníamos la esperanza de que nos ayuden por este tema, pero no se dio; estuve retenido en el centro un mes y dos días”, dijo el hombre que dejó a su esposa e hijos en un sitio considerado ‘seguro’ por los episodios que le tocó vivir en el cantón.

Este hombre refirió que no planeaba volver a su localidad, ya que tiene temor incluso por denunciar los casos a las autoridades. Él dijo que aspiraba a llevarse a su esposa e hijos.

“Voy a ver cómo solucionar ese tema, dónde puedo ir, porque donde vivía antes no puedo estar; nunca pensé en salir así de mi país, pero tuve que hacerlo, no se dio y gracias a Dios estoy en mi país. Vengo con otra mentalidad para tratar de resolver las cosas con mente fría”, mencionó el ciudadano.

Más de 212.000 ecuatorianos han sido deportados desde México, Panamá y Estados Unidos entre enero y parte de junio de 2024, según datos de entidades de control. (I)