En los últimos tres meses, Dora, nombre protegido, y sus allegados han gastado casi $ 4.000 en medicamentos e insumos para un familiar que sufre insuficiencia renal e ingresó a la unidad de cuidados intensivos en el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) Teodoro Maldonado Carbo, en el sur de Guayaquil.

El adulto mayor era cuidado en casa, pero tuvo complicaciones.

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De emergencia fue ingresado a la casa de salud, de donde aún no ha podido salir por su padecimiento. Se encuentra en estado crítico, recibe diálisis e incluso tuvo que someterse a una intervención para ayudarle a respirar y eliminar líquido.

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Dora cuenta que su familiar tenía más de tres meses ingresado. “Él estaba internado, pero lo mandaron a la casa, nos dijeron que necesitaban la cama. Cuando se lo llevó a casa se puso peor y tuvo que ingresarse y desde ahí no ha salido”, cita.

En el trimestre, la familia de Dora se ha encargado de comprar todo tipo de medicamento. Cada día, cerca de las 12:00, reciben un pequeño papel con el requerimiento de sueros e insumos a usarse, todo escrito a mano.

Uno de los últimos listados que recibió, antes de la toracotomía, detallaba la adquisición de un tubo torácico y del dispositivo para drenar el líquido a extraer del paciente. Este último insumo se cotizaba sobre los $ 200.

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“Nos piden guantes, hilos, equipo de sutura, gasas. Tuvimos que comprar hasta el ‘pato’ (aparato que sirve para que el paciente pueda orinar) porque no había”, relata Dora.

Los familiares reciben el listado del día en papeles que les entregan en el hospital. Foto: Cortesía

A diario, manifiesta, las recetas superan los $ 100 y $ 200. Algunos días se solventan los gastos con ayuda de amigos y de lo que se logra reunir con la venta de comida.

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Las recetas detallan medicamentos de entre cinco y diez unidades, así como ampollas, algunas valoradas en $ 30 o $ 40 cada una.

“Ya uno no puede más y uno no puede dejar a un familiar abandonado, pero es algo triste y decepcionante que uno pague mes a mes y no pueda tener una atención decente”, agrega la familiar del paciente.

A diario, decenas de personas aguardan en la zona de emergencias por el papel que familiares reciben para las compras del día.

Algunas de ellas han llegado a momentos en los que no pueden solventar las peticiones de medicamentos diarios y vuelven después de uno o dos días.

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“Un día una señora dijo que iba a tratar de conseguir dinero para comprar el listado. A la señora no la vimos tres días porque nos contó que no reunía lo necesario, al cuarto día llegó con dinero en los bolsillos para, nuevamente, esperar por los medicamentos que en esos días no había podido costear”, expone Mayra, nombre protegido, otra familiar que tiene a un paciente internado por una cirugía de intestino.

En su caso, por ejemplo, para realizarle la intervención tuvo que adquirir hasta la anestesia.

“Nos pidieron hasta la anestesia tres días antes de la cirugía. Tuvimos que mover cielo y tierra para conseguir eso, eso que es difícil de conseguir. También nos pidieron los hilos, nos pidieron todo, prácticamente ellos solo operaron, porque uno compró con lo que iba a operar”, relata.

Al igual que Dora, también tuvo que adquirir el ‘pato’ para que su familiar pueda orinar.

En su caso, en menos de un mes ha gastado más de $ 300 por insumos que se le solicitan desde el hospital. Algunos de ellos, asegura, incluso se alejan del cuadro clínico en el que se encuentra su familiar.

“Me han pedido cosas que luego en la farmacia me dicen si es para un paciente cardiaco, luego para un renal y ahí es cuando no compro, vuelvo al hospital y les digo a los doctores eso y me dicen: ‘No, no, eso no compre’. A veces creemos que, por la falta de medicinas, nos piden a nosotros para ponerles a otros”, manifiesta.

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Otro allegado a un paciente cuenta que hace una semana atravesó una situación similar. En la receta que le enviaron le pidieron insumos para cirugía y unas leches especiales.

“Mi esposo no iba a ser intervenido y él no recibe alimentación parenteral. Él come normal, nosotros le llevamos la comida, pero aquí nos insistían en que debíamos comprar eso, no lo hicimos”, apunta.

Además de los pedidos costosos, los familiares de los pacientes también señalan que las condiciones para acompañarlos son precarias. En la parte posterior del hospital se acuestan sobre un área verde en cartones durante las noches.

“Es vivir en carencia, es mendigar por algo que estamos pagando y es suerte si logramos solventar todo y que nuestro familiar salga bien del hospital”, afirman.

Este Diario está a la espera de una respuesta por parte del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) sobre el nivel de abastecimiento en el hospital Teodoro Maldonado Carbo, procesos de compra de medicamentos e insumos previstos.

También se solicitó información sobre las irregularidades mencionadas por los pacientes en el suministro de medicamentos adquiridos. (I)