Floreros, figuras de niños y juegos frutales son parte de la decoración que Alexandra Minuche, de 44 años, exhibe afuera de su local en las calles Lizardo García y Calicuchima.

A diario acuden clientes que buscan las piezas de cerámica para decorar sus viviendas. Este oficio lo aprendió de su madre, Miriam García, fallecida hace siete meses, y tomó varios cursos en el Servicio Ecuatoriano de Capacitación Profesional (Secap), en Durán.

“Mi mamá siempre hacía florero y flores, como no había trabajo ni fuente de ingreso he abierto el negocio”, manifiesta Minuche, quien recibe a sus clientes con una sonrisa.

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La crisis bancaria de 1999-2000 afectó el desarrollo del negocio, que se ubicó desde 1990 hasta el 2002 en la ciudadela Abel Gilbert 1, de Durán, donde reside y está el horno en el que se endurecen las llamativas figuras.

Desde allí elabora con barbotina, que trae desde Cuenca (Azuay), estas piezas artísticas que son el único ingreso económico con el que cuenta.

“Las mujeres son las que más compran esto. También hacemos piezas bajo pedido. Antes había americanos que hacían talleres y yo iba”, dice esta comerciante, quien cuenta con la ayuda de sus tres hijos.

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En su local hay piezas sin pintar, dependiendo del diseño pueden costar de 2 a 5 dólares. Las figuras terminadas valen entre 10 y 25 dólares.