Con mucho furor y adrenalina los entrenadores alientan a sus equipos y no pierden la oportunidad de darles alguna indicación que termina en una buena jugada y la obtención de puntos. Los jugadores, con el ceño fruncido y con una respiración intensa, no pierden concentración ni atención en las jugadas del equipo contrario ni en la comunicación que mantienen en todo momento, a través del contacto visual con sus compañeros de equipo.