Su hija tenía 11 años cuando sufrió un desmayo en un colegio de Quevedo. Blanca Moncayo relata que luego su niña dormía en demasía, que estaba débil. Por eso llegó con ella a un hospital de niños en Guayaquil en busca de atención especializada. El diagnóstico, insuficiencia renal crónica, lo recibió en otro hospital de niños de la ciudad, pero de manera cruda, refiere.

“(El nefrólogo) me dijo adelante de unos internos, ¿sabe lo que tiene su hija, a qué la ha traído aquí? En vez de llevarla al cementerio las traen cuando ya están...”, repite la mujer, algo indignada recordando una supuesta actitud indolente.

Blanca es madre de una joven de 20 años que recibió recién un trasplante renal en el hospital Luis Vernaza, el número 100 efectuado en esa casa de salud desde el 2009 cuando se creó una unidad médica específica para esos casos. La cirugía permitirá que la paciente deje las sesiones semanales de diálisis.

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La operación se efectuó el 9 de diciembre. En su Quevedo natal, Blanca recibió la llamada del hospital. Tenía fe en que su hija resulte con el más alto porcentaje de compatibilidad con el donante cadavérico. Pero ya había tenido un resultado adverso en junio pasado y eso, de algún modo, confiesa, la tenía preparada para recibir una respuesta negativa otra vez.

No fue así. Su hija ingresó al quirófano y el trasplante fue un éxito. Sucedió igual con un chofer guayaquileño de 30 años, que llevaba 4 de ellos sometiéndose a diálisis. Fue el trasplante 101. Otro paciente, un quiteño de 35 años, recibió un hígado, en la intervención 24 respecto a este órgano, según María Candela Ceballos, coordinadora de Trasplante y jefa del Banco de Tejidos del hospital Vernaza.

Coinciden en que recibieron una segunda oportunidad de vida. Lo que sigue son cuidados periódicos. “Primero vienen todas las semanas, después cada quince días, luego una vez al mes...”, dice Candela Ceballos y destaca la mejora en la calidad de vida de los pacientes.

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Byron Zúñiga, nefrólogo del Luis Vernaza, del equipo a cargo de las cirugías, agrega que estos pronto podrán reincorporarse al área laboral, incluso, en ciertos casos, reinsertarse a sus núcleos familiares. Él da fe de situaciones de aislamiento.

El alta médica de la hija de Blanca está previsto para hoy. Según la madre, la joven, que cursa el quinto año de colegio, prevé estudiar periodismo.

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Evoca la frase repetida por su niña para darle fuerza a ella en ratos que se desvanecía emocionalmente esperando un donante. “Hay que vivir el hoy, mañana no sabemos”, rememora la mujer, quien agradece a la familia del donante.

Blanca también guarda gratitud con el Ministerio de Salud al favorecerla con los exámenes y sesiones de diálisis, dentro de la política de la gratuidad de servicios. Comenta que al inicio sí pagó por los análisis, luego ingresó al programa estatal. (I) 

El trasplante le da una libertad al paciente, que va a tener una vida prácticamente normal, va a poder retomar sus actividades como cualquier otra persona.María Candela Ceballos, coordinadora de Trasplante en el hospital Luis Vernaza