Desde las cinco de la tarde del miércoles pasado, soportando las intensas lluvias que se registran en la ciudad y usando hasta fundas para protegerse, Jefferson Rodríguez y su amigo de colegio Ricardo Díaz se ubicaron en la esquina de las calles Sufragio Libre y Democracia, para tratar de alcanzar un cupo en el acuartelamiento de jóvenes de la leva 1998.

Para la primera llamada, cuya presentación fue ayer, desde el centro de movilización de Guayaquil estaba prevista la salida de 1.142 jóvenes, según el comandante de la Base de Movilización Occidental, capitán Alfredo Arboleda.

A nivel nacional se tenía previsto el acuartelamiento de 5 mil aspirantes de esa leva.

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Rodríguez y Díaz, ambos de 18 años, llegaron desde la ciudadela Abel Gilbert, de Durán. Ellos encabezaban una fila de 200 metros que la noche del viernes permanecía en esa intersección. Con el paso de los minutos, se sumaban más jóvenes con mochilas al hombro.

Todos llegaban con el anhelo de ser seleccionados, muchos como Samuel Franco dijeron querer seguir una carrera militar en cualquiera de las tres ramas de las Fuerzas Armadas.

El comandante Arboleda refirió que los jóvenes serían destinados a 27 repartos de la Marina, el Ejército y la Fuerza Aérea. La conscripción durará seis meses, en los cuales los chicos recibirán instrucción militar.

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La noche del viernes, al pie de la acera de la avenida Sufragio Libre, decenas de padres acompañaban a los aspirantes con platos de comida, botellas de agua, cobijas y paraguas.

“Aquí el agua llegó hasta el bordillo de la calle, hemos aguantado todo..., quiero servir a la patria y seguir el ejemplo de mi padre y tío, que también hicieron el acuartelamiento”, contó Rodríguez, quien espera cumplir la conscripción para estudiar gastronomía o aviación, pues ser piloto es una de sus alternativas.

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Mientras el voceo de decenas de comerciantes se escuchaba con ofertas de seco de pollo, chuzos, cepillos de dientes, zapatillas, las madres charlaban.

“Aquí estoy hasta verlo subido en el bus”, dijo Adela Rodríguez, madre de Jefferson, quien se había sentado a descansar en la acera junto a Jacinta Sánchez, madre de Ricardo.

Avanzando en la fila, otro aspirante, Luis Vega, se sentaba y paraba a ratos intranquilo, hasta que pasaran las horas.

Entre los gritos de los jóvenes que evitaban que algunos se ‘colaran’ en la fila, Vicente Iglesias, el abuelo de Luis, lo acompañaba. “Queremos que él progrese y ver si allá adentro en las Fuerzas Armadas puede desempeñar un buen papel”, manifestó el hombre.

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Ellos llegaron desde el sector de Socio Vivienda II y para calmar la espera compartían un arroz con pollo y camarón sentados en la vía y en bancos.

Pasadas las 21:00, un militar repartía entre los aspirantes un librillo con cánticos alusivos a la institución y el país. (I)