Por María Fernanda Acosta*

Los cambios en el mundo siempre son el resultado de alguien que se resiste a seguir el paradigma pautado por una sociedad que ha vivido acostumbrada a una estructura específica, que le genera seguridad, confianza y certidumbre.

La historia cuenta cómo la rebeldía de unos pocos ha abierto la puerta del privilegio de muchos. Sin embargo, romper un paradigma siempre tiene su costo social y personal.

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Cuando una persona alcanza el apreciado autoconomiento y se descubre como alguien diferente a lo ‘normal’, cuando entiende que su identidad, su proyecto y su ruta va en una dirección diferente a lo que los estándares sociales indican, es posible que se sienta confundida.

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Al mostrarse tal cual es, al desplegar su autenticidad puede experimentar el rechazo, el estigma de la sociedad y de sus seres queridos, con la etiqueta de rebelde, problemático, raro, sin futuro, y muchas veces experimentando la exclusión no solo de espacios de interacción social, espacios laborales, sino también en espacios familiares.

Podríamos estar frente a alguien que cambie nuestra manera de ver a los otros, al mundo y sin darnos cuenta ponerle freno con nuestra perspectiva limitada.

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Tomemos como ejemplo a Elisabeth Kübler-Ross, médico psiquiatra que nos entregó el muy popular concepto de las etapas del duelo: negación, ira, negociación, tristeza y aceptación, conocimiento que nos ha ayudado a todos a superar procesos personales de pérdidas, a salir adelante.

Kübler-Ross recibió el enérgico rechazo de su gremio: hasta sufrió el incendio intencional de su casa en manos de sus detractores por transgredir lo pautado, por poner atención a los pacientes desahuciados, por llevar una mirada cálida, sensible a los pacientes que la medicina no podía curar, sin dejarlos de lado, sin esconderlos.

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Con su trabajo y determinación planteó grandes avances en el manejo de pacientes paliativos que hoy damos por sentado como las etapas del duelo. Lo diferente da miedo, desconcierta, nos quita la seguridad que nos da la estructura en la que nos sostenemos.

Hoy sabemos que incluso vidas se han perdido en luchas sociales para que disfrutemos cómodamente de lo que hoy consideramos derechos: elegir a nuestros gobernantes, la igualdad de género, el espacio de las personas que han ganado visibilidad y que antes eran excluidas por la perturbación que podría generar la ignorancia sobre las discapacidades.

Un punto controversial, pero no por eso menos realista, es que las diferencias aportan, aunque a la sociedad le cueste años asimilarlo.

¿Qué puedo hacer si me siento diferente? Dale prioridad a tu bienestar emocional y físico, el autocuidado es fundamental. Busca apoyo, aunque pienses que no hay nadie como tú, hay personas que pueden acompañarte en tu proceso sin ser iguales a ti necesariamente, sin embargo es probable que te sorprendas al conseguir personas que se sienten como tú.

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Mantente informado de los paradigmas que crees que estás desafiando. Tomar decisiones bien fundamentadas te dará alivio y seguridad. Trabaja en la comunicación asertiva, desarrolla tu escucha, esto puede favorecer el respeto mutuo.

*Psicóloga clínica.