Al entrenador Omar De Felippe no le gusta vincular el fútbol con sus vivencias en la Guerra de las Malvinas; sin embargo, tuvo la estrategia de un general en servicio activo para superar las adversidades en el torneo nacional y conseguir el soñado tricampeonato para la historia de Emelec.

De 20 años, cuando militaba en las divisiones inferiores de Huracán, De Felippe fue reclutado el 7 de abril de 1982 por el ejército argentino y luego de varios días desembarcó con varios soldados en la isla Soledad del archipiélago de las Malvinas.

La guerra en el archipiélago, ubicado en el sur del continente americano, se inició cuando el gobierno militar argentino decidió tener el control de las actividades económicas que había en esta zona que estaba regida por los ingleses.

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El enfrentamiento bélico inició el 2 de abril de 1982 y finalizó el 14 de junio de ese año con la firma del acta de rendición del general Mario Benjamín Menéndez.

Tras varios años, el entrenador comentó: “(En el combate) se dieron cosas que estaba buscando. En Las Malvinas fue algo que me pasó desde una edad muy temprana que me ha favorecido en un montón de aspectos; y bueno, uno aprovecha ciertas técnicas de convivencia o supervivencia que ahí viví para lo que hoy es mi trabajo”.

“No comparo nunca Malvinas y el fútbol porque no tiene nada que ver, sino que hay situaciones que te ha tocado vivir y que uno tiene la suerte de poder estar vivo y de hacer lo que a uno le gusta, por eso uno valora eso”, agregó.

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El adiestrador, en una entrevista con diario La Nación de Argentina en este año, destacó: “Siempre lo digo, más allá de lo familiar, el fútbol me salvó la vida (luego de la guerra). No sé si habré tenido las condiciones suficientes para ser jugador, pero Huracán me había evaluado mucho tiempo. Tan bueno no era porque no jugué en ninguna selección, pero me ayudó a encarrilarme en la vida. Me dio la posibilidad de poder ser una persona normal, como cualquiera, sin olvidar que me tocó estar en una guerra, de la cual tengo mucho orgullo de haber estado”.

Y aunque no acepta esas comparaciones, las fortalezas que adquirió en las trincheras el adiestrador argentino, que asumió el mando del equipo el 16 de marzo de este año tras la partida del argentino-boliviano Gustavo Quinteros a la selección de Ecuador, sirvieron para tolerar las críticas de los hinchas azules por las irregulares presentaciones que tuvo el bombillo a su mando, en la primera etapa.

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En su primer campaña con el bombillo, De Felippe dio mayor equilibrio a la línea defensiva a azul, que había sido el talón de Aquiles en la era de Quinteros, que consiguió el bicampeonato (2013-2014) y se marchó en la séptima fecha de la primera etapa de esta temporada.

El cuadro azul, al mando del técnico De Felippe, jugó 39 encuentros -incluidos los dos duelos por la finales- y sumó 80 puntos; marcó 75 goles y recibió 32. La temporada la cerró con 92, incluido las 12 unidades en los encuentros que dejó el argentino-boliviano.

El Emelec de Quinteros, en su primer título en el 2013 que logró de forma directa, disputó 44 duelos, acumuló 88 unidades, anotó 67 tantos y en 30 oportunidades cayó su arco; en el 2014, que fue bicampeón derrotando en la final a Barcelona, intervino en 44 partidos y sumó 92 puntos, anotó en 79 oportunidades y recibió 37. (D)