Para los modernos aficionados ecuatorianos al fútbol, la televisión por cable es la opción más viable para ver jugar a los mejores clubes de Europa. Pero hace varias décadas –en una época ahora irrepetible por los recargados y despiadados calendarios de los torneos locales e internacionales que soportan los equipos– las giras, en mágicos e inolvidables amistosos, traían a los más poderosos planteles del mundo a nuestros estadios. Y venían con todas sus figuras. Eran visitas habituales. Nadie se extrañaba de ellas.