La fecha quedará para siempre en la historia del Sevilla por uno de sus triunfos más rutilantes. Cierto que el Sevilla de estos tiempos no es cualquier cosa. En los últimos doce años ha ganado cinco veces la Europa League, cinco títulos como cinco soles. Pero esta victoria en el viejo y venerado Old Trafford (1-2, el martes pasado) quedará para siempre como un hito en la historia del club.

Porque fue conseguido a puro fútbol, defendiendo un estilo de juego y manejo frente al modelo tan troglodita de José Mourinho, tanto dinero invertido para el saque largo de De Gea en busca de los inefables Fellaini y Lukaku. Ganó el Sevilla y de paso ganó el fútbol.

Salió bien desde el principio, jugando todos con soltura, en torno a Banega, con las aceleraciones de Sarabia, con el buen hacer de todos salvo, lástima otra vez, Muriel, que está donde debe, pero tiene dificultades excesivas con el gol. Y cuando el United apretaba con sus balonazos, la defensa, con Lenglet a la cabeza, se mantuvo sólida, unida, segura. Al llegar al descanso, todo pintaba bien. Faltaba el gol, solo eso. Pero podría bastar uno, porque al United no se le veía capaz de hacerle dos a ese grupo que jugaba bien la pelota, pero que sabía agruparse y sufrir cuando le llegaban las arcaicas cargas del grupo de Mourinho.

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Lo del gol lo resolvió Ben Yedder, que entró a los 72 minutos y fue mano de santo. Marcó enseguida, repitió pronto, hay que decir que con alguna colaboración del guardameta De Gea. Ya estaba hecho. Aguantar la arremetida del United (Mourinho civilizó algo su juego metiendo a Mata y Martial) y a cuartos. Anotó un gol, solo uno, y muy al final.

El Sevilla pasa, y con él pasa todo el fútbol español, porque este éxito, sobre un emblema de la Champions y sobre el modelo arcaico de Mourinho, es de todos. Victorias así prestigian a la liga española frente a la Premier. El Sevilla tiene motivos para sentirse orgulloso, porque ha dictado una lección de fútbol en una vieja catedral. (O)