Siempre que se revise el capítulo inicial del duelo más importante de nuestro fútbol, por el marco del torneo nacional, en las páginas de los viejos diarios de 1963 aparecerán –junto a otros célebres guerreros del balompié guayaquileño– los nombres de Ruperto Reeves Patterson y Enrique Raymondi Contreras, protagonistas de la leyenda del tiempo heroico del Clásico del Astillero.Con un emocionante abrazo y un interminable apretón de manos se reencontraron los dos antiguos gladiadores de Barcelona y Emelec, respectivamente, más de medio siglo después del memorable duelo que los enfrentó en el estadio Modelo, el 29 de diciembre. Pese a las gambetas que les hizo la memoria, Reeves Patterson y Raymondi hablaron del Clásico que comenzó el conteo por el certamen ecuatoriano.<strong>Lea nuestro especial:</strong> <a href="http://especiales.eluniverso.com/clasico-astillero/" target="_blank">Clásico del Astillero: Una leyenda de 70 años</a>“¡Qué lindos recuerdos!”, exclamó el exvolante torero, de 84 años e imponente estatura. La mirada del hombre cuyo apellido halla su linaje en Jamaica –colonia británica hasta 1962, donde nació su padre antes de radicarse en Ancón en los años 20– se pierde en la nostalgia al evocar los nombres grabados en piedra de los héroes amarillos de 1963, temporada de doble coronación de Barcelona (título de Asoguayas y nacio-nal). El recuento de míticos futbolistas también tiene espacio en la memoria del <em>Maestrito</em> (a su progenitor Enrique Raymondi Chávez, hijo de un italiano, lo llamaban <em>Maestro</em> en su época de notable jugador).Y es porque varios de los más brillantes futbolistas que pisaron alguna vez las canchas del país (Vicente Lecaro, Alejo Calderón, Clímaco Cañarte, Tiriza, Carlos Pineda, Felipe Mina, Henry Magri, entre otros) saltaron al campo del Modelo a las 18:15 de hace 55 años. El campeonato nacional se vestía de lujo: empezaba a escribir la historia de la batalla futbolística más apasionante de Ecuador.“En Emelec todos sabían jugar”, aseguró Raymondi, y puntualiza: “Pero (Fernando) Patternoster (DT argentino del Ballet Azul entre 1962 y 1966) le tenía más confianza al <em>Chueco</em>, quien podía hacer lo que quisiera porque era un gran futbolista. ¡Muy inteligente!”. El <em>Maestrito</em> se refiere a Jorge <em>Pibe</em> Bolaños, descomunal genio millonario de 1959 a 1969.Aquel primer Clásico fue azul. Ante 32.629 espectadores, Manuel Flores (+) hizo el tanto inaugural, a los 25 minutos, con “un disparo de emboquillada que llegó a las redes ante la desesperación de Helinho”, reseñó este Diario. “Buen jugador <em>el Chamo</em>. Un flaquito que tenía calidad”, rememora Raymondi. Con el rostro iluminado Reeves Patterson interviene: “¡Del <em>Chamo</em> yo sí me acuerdo! Era pequeño, pero de calidad”.La ventaja se amplió a los 76m cuando “una bonita jugada de Emelec culminó con un violento disparo de (Horacio) Reymundo (+), desde 26 metros, que incluso traspasó las redes. Un golazo, indiscutiblemente”,Ese partido “quedó para la historia”, a criterio de Raymondi, para quien “los clásicos ya no son como antes, cuando había una rivalidad muy marcada en la cancha. Solo basta con recordar a Luciano (Macías) con <em>el Loco</em> (Balseca); ese (duelo) era un espectáculo”. Reeves Patterson, anfitrión de su antiguo adversario y amigo eterno, interviene otra vez: “<em>El Loco</em> se lo sacaba a Luciano y corría. Luego frenaba y lo llamaba para sacárselo de nuevo; la hinchada gozaba. Quedaba chico el Modelo, que reventaba. La rivalidad no era para pelear, sino para el goce del pueblo. En la cancha sí defendíamos la camiseta”.Ni Raymondi ni Reeves Paterson recordaron haber tenido roces en alguna jugada. “Cuando Ruperto jugaba por la izquierda, yo (lo hacía) por el costado opuesto”, dijo el exmiembro de la delantera de los Cinco Reyes Magos. “Nunca nos enfrentamos (en una marca personal)”, concordó Reeves Patterson. No obstante, ambos sí compartieron camerinos en la Selección, en el Sudamericano de Bolivia 1963.En vísperas del Clásico ambas glorias del Astillero –de sonrisa amable e inagotable– convinieron en su desacuerdo con la prohibición del ingreso de hinchada visitante al estadio del local, como sucederá mañana en el Monumental. “¡Cómo es posible! Eso no debe ser así”, lamentó Reeves. “Antes estábamos uno al lado del otro, chachareando y haciendo barra...”, agregó Raymondi.Ninguno acudirá al escenario torero. A <em>Roy</em> le ha pedido su médico que –aunque dé muestras de una flexibilidad física envidiable– empiece a tener cuidado con su salud; <em>el Maestrito</em> prefiere leer los pormenores del juego el lunes. (D)