Las piscinas del Centro Cívico, construidas por el Banco Central hace 37 años, “tras titánico esfuerzo” en solo diez meses para convertirse “en orgullo de Guayaquil y reserva permanente para la juventud”, con las que se buscaba satisfacer “un justo y halagador anhelo”, dijo EL UNIVERSO el 9 de julio de 1982 –al ser entregada la obra–, están hoy inservibles, sin usarse por un lustro, en estado deplorable y castigadas por el olvido del Gobierno Nacional, que ahora dice enfocarse en ser sede del Mundial de la FIFA para el 2030.