Tal vez la palabra ideal para definir el ‘manejo’ administrativo de Barcelona –fundamentalmente en lo que va del siglo XXI– sea relajo (“1. m. Desorden, falta de seriedad, barullo. 2. m. Holganza, laxitud en el cumplimiento de las normas. 3. m. Degradación de las costumbres”, tres de las seis acepciones halladas en el Diccionario de la Lengua Española). “Descontrol” y “excesos”, dice José Tamariz Crespo, presidente bicampeón de 1980-1981, para explicarse la deuda de $51,6 millones, cifra revelada por la auditoría de la firma PKF, con corte al 30 de septiembre de 2019. En aquello incurrieron al estar al mando del club publicistas, empresarios y exfutbolistas, como José Francisco Cevallos (2015-2019).

Pero las consecuencias del relajo que desnudó PKF ya las había anticipado la misma firma en el 2013. En enero de ese año entregó su análisis después de hacer una “revisión de procedimientos” en la institución, por el periodo comprendido entre el 1 de noviembre de 2007 y el 30 de junio de 2011.

Cinco socios amarillos (Nicolás Febres-Cordero, Estuardo Reinoso, Juan Javier Canessa, Johan Delgado y Vladimir Gómez) integraron una comisión especial y con base en la auditoría elaboraron un documento con señalamientos, advertencias y conclusiones que entregaron a Antonio Noboa Ycaza, presidente de Barcelona, el 15 de abril de 2013.

Publicidad

Se mencionaron anormalidades administrativas como esta: “Las pruebas de auditoría realizadas a los estados financieros de la institución, las diferencias encontradas entre los registros contables y los soportes, así como varias observaciones significativas respecto a la falta de documentación, revelan que los estados financieros y la contabilidad de Barcelona Sporting Club no representan fielmente su situación financiera. Esto representa importantes faltas administrativas en lo que respecta un manejo serio y responsable”.

Además, “importantes diferencias entre los reportes de facturación por auspicios y las reportadas contablemente ($4,5 millones)”, según PKF.

Ni Noboa –que renunció en octubre del 2015, dos meses antes de terminar su convulsionado mandato– ni Cevallos –que acusaba a sus antecesores de haber “hundido al club” y de “causarle tanto daño” a Barcelona– se desmarcaron de la línea del relajo administrativo. No siguieron ninguna de las recomendaciones hechas para gobernar con corrección.

Publicidad

Por eso, en la auditoría de PKF del 2019 se enlistan tantas rarezas como en la efectuada en el 2013. Hay ejemplos: “No se obtuvieron los contratos con los jugadores por préstamos ni por abonos”, “se desconocen los términos y condiciones de dichas operaciones”, “no se evidenciaron los roles de pago de los meses de diciembre y noviembre de 2018”, “riesgo de futuras demandas por parte de los jugadores impagos”, “el club no ha establecido políticas y procedimientos para la contratación de proveedores de bienes y servicios”.

Esas y muchas otras anomalías –y hasta extrañas confusiones como la del exvicepresidente financiero que no entiende que una deuda con Jhon Cifuente se genera por el pago pendiente de una comisión a un intermediario (el delantero dice que no conoce al acreedor, Vicente Ortiz)– causan hoy una conclusión lapidaria de PKF: “Una incertidumbre significativa sobre la capacidad del club para continuar como entidad en funcionamiento o negocio en marcha”. (D)

“Riesgo de futuras demandas de los jugadores impagos”.