El retorno de Cristhian Noboa a Emelec prometía ser una historia de nostalgia y liderazgo. Después de casi dos décadas brillando en el fútbol europeo, el Zar regresaba al club que lo vio nacer futbolísticamente, dispuesto a cerrar su carrera vestido de azul. Sin embargo, el destino le tenía preparada una historia diferente: una lesión inesperada lo dejó sin poder disputar un solo minuto oficial y transformó su sueño en una de las páginas más amargas de su trayectoria.
Su llegada a inicios de 2024 fue recibida con entusiasmo tanto por la hinchada como por la dirigencia, encabezada entonces por José Pileggi Véliz. La ilusión era mutua: Emelec buscaba experiencia y jerarquía para un plantel en reconstrucción, y Noboa quería devolver algo de todo lo que el club le dio en sus inicios. “Yo venía por jugar, no por dinero”, recuerda el mediocampista, quien firmó un contrato modesto y asegura haber cobrado apenas dos meses antes de renunciar al salario por respeto a la institución.
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“Me dijeron un contrato normal, no superior a algo especial, y yo dije: ‘Sí, lo que sea’. No vine a Emelec por dinero, yo venía era por jugar. Tenía seis meses más de contrato en Rusia, pero decidí venir a mi casa. Mi idea era volver y disfrutar del fútbol”, contó Noboa en una entrevista con EL UNIVERSO.
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Una lesión que lo cambió todo
El 10 de febrero de 2024, durante un amistoso de pretemporada ante Delfín SC, Noboa sufrió un esguince de rodilla que parecía, en principio, una lesión menor. Sin embargo, el diagnóstico se complicó con el paso de las semanas: el daño en el menisco lateral derecho requirió una artroscopia el 1 de abril, y su recuperación se prolongó por una infección posterior que afectó su evolución.
El proceso fue largo, frustrante y terminó alejándolo definitivamente de las canchas. “Por más que intenté recuperarme, por más que quise, la situación de mi rodilla no cambió. Cuando entendí que no iba a mejorar, dije que no me paguen absolutamente nada. Yo no vine aquí por dinero y, peor, estando lesionado, ¿qué puedo sacarle yo al equipo? Renuncié a todo. Creo que fueron dos meses los que cobré, nada más”, explicó.
En medio de rumores sobre un supuesto contrato elevado, el exseleccionado nacional fue claro al precisar los números:
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“Aquí vine a ganar $ 13.000, algo así. Nada que ver con lo que ganaba en Rusia. Yo vine a disfrutar del fútbol, a disfrutar con la gente. Eso quiero que la hinchada lo entienda”, afirmó.
Una espina que aún duele
A pesar del desenlace, Noboa reconoce que su frustrado regreso le dejó una enseñanza personal profunda. Confiesa que sintió el golpe emocional de no poder defender al club de sus amores cuando más lo necesitaba, en un año marcado por crisis deportivas y económicas.
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“Por supuesto que sí, me dolió mucho. Cuando sueñas con volver a tu equipo, te ves bien físicamente, sin lesiones, con la ilusión de dar alegrías a la hinchada, y no se da, es muy duro”, admite. “Yo venía con la ilusión de jugar todos los partidos, pero a veces no es lo que uno quiere, sino lo que le toca vivir. Me ayudó a crecer como persona, a entender muchas cosas fuera del fútbol”.
Hoy, mientras Noboa reflexiona sobre esa etapa, asegura que sigue sintiendo el cariño de la gente. En las calles, los hinchas le expresan el deseo de haberlo visto otra vez con la camiseta azul. “La gente me lo dice siempre, que les hubiera encantado verme jugar, así como a mi me hubiese encantado volver a hacerlo”, confiesa con una sonrisa melancólica. (D)








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