El carácter intacto

Esto sigue intacto. Muestran un temple fantástico, sobre todo algunos elementos como Cuti Romero, quizás el mejor zaguero del momento internacionalmente.

Lionel Messi (i), pese a estar con una dolencia, logró finalizar todo el partido ante Chile en la segunda fecha de Copa América. Foto: EFE

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Benjamín Méndez Vasconcellos, licenciado en Finanzas e Historia, 22 años, nacido en Nueva Jersey de familia ecuatoriana, fue este martes una de las personas más felices del mundo: cumplió su sueño de ver en vivo a su ídolo Lionel Messi en su propia ciudad. Pagó 450 dólares por una entrada al Metlife Stadium, compró la camiseta albiceleste con el número 10 y fue uno de los 81.106 espectadores que presenciaron el Argentina 1, Chile 0. Desde los 6 años sigue a Messi. No hizo goles, Leo, pero Benja estaba exultante como el día de su graduación. Es lo que despierta Leo.

A la misma hora que el cotejo entre los trasandinos, cruzando la ciudad, jugaban los Mets y los Yankees, el clásico del beisbol neoyorquino con estadio a reventar: vendieron 42.824 boletos. “Messi los dobló. Él solo llena los estadios”, dice Rafael Crisóstomo, peruano con cuarenta años en Iuesei. Con lo que generó este tradicional choque, casi se solventa la participación de todos los equipos. Es la mayor concurrencia en los 48 partidos que se llevan disputados conjuntamente entre la Copa América y la Eurocopa. Como contrafigura, en el duelo Canadá 1 - Perú 0 en Kansas City, tres horas antes, los pagantes fueron 15.625.

Si mañana Messi jugara en Pakistán, Finlandia o Australia, también metería 80.000 personas. Y con entradas a precios exorbitantes. Son otros tiempos, es cierto, pero esto no se vivió nunca ni con Maradona ni con Pelé. En el país del béisbol, Messi está convirtiendo al soccer en fútbol. La AFA, la Conmebol y la FIFA desearían que Messi tuviera diez años más para seguir explotando su fenomenal magnetismo. Pusieron a Argentina en los estadios más grandes justamente para que los llene. Y los dos que lleva la Copa con entradas agotadas fueron los dos del campeón del mundo.

“Chile no es el clásico de Argentina, el clásico nuestro es con Brasil”, pregona fuerte Óscar Ruggeri en ESPN. No obstante, se ha convertido últimamente en un partido picante, esperado, donde uno prevé que se sacarán chispas. Y así fue. Primero porque a Argentina todos le hacen una fuerza adicional por ser el campeón, segundo por la historia entre ambos. La Albiceleste y la Roja se enfrentaron en 30 ocasiones por Copa América, con 22 triunfos argentinos y 8 empates. Chile nunca ganó. Pero los Chi-Chi-Chi le arrebataron dos finales por penales (2015 y 2016) después de empatar las dos veces 0-0.

Y el atractivo lo aportó la aspereza, el rigor y la tensión con que se jugó. La atmósfera que adquirió el juego le confirió una belleza morbosa. Se jugó al límite, con gran despliegue físico. Argentina fue más, lo dicen la observación, las llegadas netas al arco rival y las estadísticas: 62 % de posesión a 38 %, 22 remates al arco frente a 3 de Chile, 11 córneres a 0, situaciones de gol 8 a 2. Más el gol victorioso. Cifras demoledoras.

No obstante, le costó a Argentina. Recién en el minuto 88 llegó a la red. Las aproximaciones al arco chileno fueron forzadas. La razón hay que buscarla en su mediocampo. Rodrigo De Paul, jugador clave, deja el alma en la cancha, como siempre, sin embargo no está claro; Mac Allister, el reloj que da siempre la hora exacta, ha bajado su nivel después de una temporada brillante en el Liverpool, aunque ante Chile esbozó una levantada. Y Enzo Fernández definitivamente está bajo, errático, desaparecido, sin peso en la creación de juego del equipo. Eso lo sufre el ataque, que no recibe balones con claridad. El arco, la defensa, Messi y los goleadores siguen en nivel óptimo y con eso le alcanza a Argentina para ganar partidos, como a Canadá o a Chile. Para aspirar al título deben volver a rendir a pleno los tres del medio.

Lo que sí mantiene el cuadro de Scaloni es el carácter. Esto sigue intacto. Muestran un temple fantástico, sobre todo algunos elementos como Cuti Romero, quizás el mejor zaguero del momento internacionalmente. “Es excelente. Tiene la mentalidad de un campeón del mundo. Tengo que trasladar lo que hay en él a algunos de los demás…”, señaló Ánge Postecoglou, el técnico australiano del Tottenham. “A mí no me gustaría jugar contra Cuti. Y a la mayoría de los chicos no les gusta entrenar contra él. Es un verdadero competidor. Yo amo eso de él. Ya sea un entrenamiento o un partido, lo que ves es lo que obtienes con Romero”, cerró. Alto elogio. Como Cuti, Dibu Martínez, Tagliafico, Nico González, Lisandro Martínez, el mismo De Paul, tienen una agresividad excepcional para presionar, pelear cada pelota y llevársela. Antes brillaban los del medio y no estaban finos los goleadores, ahora es al revés. Por eso los partidos le salen ajustados. Pero ganó el grupo y sigue en carrera. ¿Está para campeón…? Debería levantar el mediocampo, justo la zona donde menos variantes tiene. Pero es un equipo que va siempre de menos a más. Pasó en Qatar. Insistimos, lo más notable es el carácter fantástico de estos gladiadores y la serena inteligencia de su técnico, Lionel Scaloni.

Cristian Romero (i) fue uno de los mejores jugadores ante el combinado chileno. Ganó la mayoría de sus duelos. Foto: EFE

Ricardo Gareca mejoró a Chile, se nota aún perdiendo. Tiene otra actitud la Roja y va a pelear duro en los dos tercios que quedan de Eliminatoria. El DT mostró personalidad al dejar afuera a Arturo Vidal y Gary Medel, los capangas de la Generación Dorada. En el cotejo ante Argentina se pasó la mitad del tiempo gritando a cada uno de sus jugadores “apretá, apretá…”. Quería sudor y pierna templada. Los jugadores le respondieron. Va a ser otra cosa Chile con el Flaco.

En Kansas City, con 38/39 grados a la sombra, Perú cayó ante Canadá y ya marcó los pasajes de regreso. No fue menos, pero una irresponsabilidad de su zaguero Miguel Araujo lo dejó con diez hombres y esa es demasiada ventaja. Después de haber rechazado una bola, Araujo siguió con la pierna y metió un planchazo. Ahí se vio que Perú no podría aguantarlo. Le da con lo justo para empatar. Y Canadá lo aprovechó ganándole 1-0. Ya Perú llegó a la Copa sin Yotún y Renato Tapia, sus dos elementos de más jerarquía. Fossati lo paró defensivamente bien, pero adelante tiene carencias enormes.

“Ya estamos muertos, eliminados. No queda otra que reestructurar la selección. Apostemos por un equipo fresco y nuevo. Más oportunidades a Zanelatto, Grimaldo, el gringo Sonne, quizá ellos nos hagan salir de este pozo doloroso en el que estamos”, escribe Fernando Jiménez, director de Todo Sport, de Lima. “Pero qué les va a interesar a nuestros dirigentes, si determinan que en los equipos jueguen seis extranjeros y sumando también los nacionalizados. Cómo van a aparecer valores si nuestras divisiones menores no tienen oportunidad de mostrarse. No podemos tener tantos viejos en nuestra selección”, concluyó. Lapidario. (O)

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