El otorgamiento de la sede de un torneo de la magnitud de la Copa América no es algo que se resuelva en 18 días. No implica, para el país elegido, desplegar un nivel de organización logística similar al cumplido en la final con partido único de la Copa Libertadores del 2022, realizada en Guayaquil. Tampoco es posible que se concrete si una de las diez entidades miembros de Conmebol difunde que no le interesa embarcarse en el proyecto en calidad de anfitrión.