“Salieron a comerse la cancha”, dice la añeja frase del fútbol cuando los jugadores de un equipo salen a avasallar a su rival para quedarse con la victoria. Así se mostró Barcelona Sporting Club la noche del martes para vencer por 2-1 a Estudiantes de La Plata en el primer round por los playoffs en la carrera por el cupo para competir en los octavos de final de la Copa Sudamericana.

Tiene un mérito especial esta victoria, porque con un entrenador nacional y con goles de jugadores ecuatorianos acabaron con el invicto de 52 años, 2 meses y 22 días (19.077 días en total) que tenían los pincharratas en la urbe porteña.

Barcelona Sporting Club esperó 52 años para acabar con el invicto de Estudiantes de La Plata en Guayaquil

La hinchada, que anoche no colmó las localidades del estadio Monumental Banco Pichincha, terminó coreando los nombres de todos los elementos de la plantilla; y en un tono más fuerte, los del técnico Segundo Alejandro Castillo, Pedro Pablo Perlaza, Leonai Souza, Fernando Gaibor, Fidel Martínez y Janner Corozo.

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Castillo o Sir Second Alexander Castle, como cariñosamente le dice su hinchada por su elegancia para dirigir, no salió a esperar ni a especular ni a esperar al rival: de entrada se paró con dos delanteros, los argentinos Jonatan Bauman y Francisco Polaco Fydriszewski, para que su rival no adelantara sus líneas. Otro punto que hizo fuerte a los amarillos fue que sus veloces y movedizos extremos Fidel Martínez y Janner Corozo complicaron a los volantes y laterales albirrojos.

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Desde el arco torero, resguardado por el argentino Javier Burrai, se transmitió seguridad hacia el resto de las líneas. El portero, inactivo desde abril hasta mayo por una lumbalgia (dolencia en la parte baja de la espalda), detuvo los remates de los incisivos argentinos Guido Carrillo y Benjamín Rollheiser, así como del charrúa Mauro Méndez. Además, no tuvo problemas para descolgar los peligrosos centros de los albicelestes Gastón Benedetti y Leonardo Godoy.

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La pareja de defensores centrales, conformada por Joshué Quiñónez y el argentino-ecuatoriano Luca Sosa, estuvo firme cuando fueron exigidos por Carrillo y Rollheiser. El joven Quiñónez mostró temperamento para parar a Carrillo, quien registra cuatro goles contra los amarillos (los marcó en la fase de grupos de la Libertadores del 2015 con el mismo club).

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Sosa volvió a poner la armadura de gladiador: no solo ahogó los intentos por anotar de los visitantes, sino que se dio tiempo para salir jugando desde su área y buscar con su pases a Bauman y Fydriszewski.

En otro orden, los laterales tricolores Pedro Pablo Perlaza (por derecha) y Segundo Portocarrero (en la zurda) son materia de análisis por separado. Perlaza llegó a Barcelona tras ser separado de Aucas por indisciplina y estuvo inactivo por dos meses; sin embargo, sorprendió anoche con su ímpetu para detener a Gastón Benedetti y Santiago Núñez, así como para ganar la raya para lanzar sus letales centros. Impresionó a la afición porque no necesitó ni adaptación para comprender que así se debe actuar en Barcelona. Esta entrega se ganó el aplauso del público.

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Portocarrero es uno para defender y otro para atacar. Como apoyo para construir las acciones de los amarillos es excepcional, pero en los retrocesos para volver a la defensa queda debiendo. Descuidó la banda izquierda en un contraataque de Estudiantes y de esto se aprovechó Godoy (44 minutos) para marcar el empate a 1 con un suave disparo.

Y Fernando Gaibor con el brasileño Leonai Souza se volvieron a lucir en la media cancha. Gaibor, con su astucia y visión para generar juego, puso contra el arco pincharrata a los rivales; y Souza demostró que tiene cinco pulmones, porque no solo se dedicó a frenar a los albirrojos, sino que también se proyectó al ataque y, por momentos, rememoró el aporte que le daba al equipo Matías Oyola.

Mientras que los volantes Fidel Martínez y Janner Corozo pusieron de cabeza a los futbolistas de Estudiantes con su velocidad para desbordar y pases para asociarse. Tenaces en cada arremetida y efectivos con sus disparos para dar el triunfo a su equipo. Fidel aguantó el balón con su pecho y de media vuelta le metió un latigazo al portero Mariano Andújar, mundialista con Argentina en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014.

El tanto que Janner fue una “inspiración divina”, como decían los relatores de las radios. El cabezazo para vencer a Andújar nació de un salto al estilo de Michael Jordan en su mejor momento con los Chicago Bulls de la NBA, un brinco que le permitió tocar la gloria del cielo, como hace 52 años lo hizo el delantero español Juan Manuel Basurko, quien era un sacerdote católico, al anotar con sus botines benditos el 0-1 para triunfar en La Plata.

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Sobre Bauman y el Polaco Fydriszewski, se destaca su predisposición para luchar por el balón. El primero con su movilidad buscó abrir espacios para que remataran sus compañeros y, sobre todo, dio una mano en los tiros de esquina y libres para sacar la redonda del área de Burrai.

La misma tarea hizo Polaco para la defensa; pero, volcado al ataque, se mostró displicente, con falta de chispa para inventarse una acción individual y anotar.

El martes 18 de julio, a partir de las 19:00, se volverán a ver, pero en La Plata, por el pase a los octavos de la Sudamericana. Barcelona necesita empatar o ganar por la mínima diferencia para medir en la siguiente instancia al Goiás Esporte Clube de Brasil. (D)