El Chelsea aún circula por una montaña rusa, todavía sin ser tan fiable como pretende y dentro de la recomposición necesaria para reencontrarse con sus mejores momentos, a los que aspira mientras gana tiempo con victorias más valiosas en puntos que en juego, como en Wolverhampton gracias a tres ráfagas en el segundo tiempo de Madueke y en el reestreno de João Félix, quien entró en el minuto 68 y marcó el 2-6 final en el 80.

Más por calidad de sus individualidades que por expresión colectiva, por momentos en el primer tiempo sometido al control y la presión de los Wolves —también un equipo que no presenta garantías en su retaguardia como puso en evidencia el Chelsea—, el conjunto de Enzo Maresca aprovechó sus oportunidades, un buen segundo tiempo y los errores ajenos para resultar vencedor, también con una cantidad de goles que demostró su pegada. Un factor imprescindible.

Cuando Madueke marcó el 2-5, sobrepasada la hora de encuentro, los blues habían transformado en gol cinco de sus ocho tiros entre los tres palos, ya entre el desbarajuste en el segundo tiempo de la defensa del Wolverhampton, expuesto a la goleada, con unos espacios impropios de este nivel que fueron un patio de recreo para Palmer y Madueke.

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El primero, indiscutible ahora y la pasada temporada, asistió entre la libertad que le concedió su adversario. El segundo, autor de diez goles en sus 47 partidos anteriores en el Chelsea, acaparó los tres goles, todos muy similares, con todo el espacio del mundo en el perfil derecho para la definición del 2-3, el 2-4 y el 2-5, concentrados en cuarto de hora (del 49 al 63) para solucionar un partido que hasta entonces había sido más un enredo.

Ni siquiera el 0-1 a favor del Chelsea en un minuto y 39 segundos fue suficiente cuando Nico Jackson cabeceó solo en el segundo palo el primer tanto. De pronto, el equipo londinense ‘desapareció’ del juego. Yerson Mosquera lo avisó con un cabezazo. Y Aït-Nouri lo retrató antes de la media hora, cuando fue de quien quiso —con especial énfasis en Enzo Fernández—, para servir a Matheus Cunha para el 1-1. Su derechazo fue sencillo.

Tampoco le bastó con el 1-2, logrado de repente por Cole Palmer. De un saque de puerta larguísimo de Robert Sánchez surgió el tanto. Su rapidez sorprendió a la defensa local, con Yerson Mosquera como último hombre frente a Nico Jackson y Palmer —el primero dio el pase al segundo— y con José Sá en una inexplicable media salida que un futbolista de la talla de Palmer superó con una facilidad extrema.

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Tampoco fue suficiente. Al borde del descanso, en el último de los seis minutos de añadido, Strand Larsen niveló el duelo. Así es el Chelsea.

Hasta que volvió del vestuario con una efectividad imparable para cualquiera con Madueke como figura y con João Félix como esperanza. El delantero internacional portugués, fichado al Atlético de Madrid por 50 millones fijos más 10 millones en variables, volvió a jugar con el Chelsea poco más de un año después —jugó cedido allí en el segundo semestre del curso 2022-2023—. En el terreno desde el minuto 68 culminó la goleada del Chelsea con un buen tiro en el 80. El 2-6. Antes se retiró lesionado Moisés Caicedo. (D)