Richard Carapaz llegaba como el primer ecuatoriano que había subido al podio del Tour de Francia. Lo hizo en 2021. En 2024 sumó en esa carrera otros dos grandes retos, vestirse con el maillot amarillo de líder y ganar una etapa.

Lo hizo en Superdévoluy, en la falda alpina, un perfil que llevaba su nombre, de media montaña, al término de una escapada que supo resolver con rabia, fuerza y mucha inteligencia.

Así se convirtió en el 110 corredor de todos los tiempos que suma triunfos en las tres grandes vueltas y completó una buena actuación en una carrera en la que pronto se dio cuenta de que no podría luchar por la general.

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Una caída en la Vuelta a Suiza y una posterior infección interrumpieron de forma brusca su preparación y llegó a Florencia lejos del punto necesario para pelear en una carrera tan competitiva.

“Lo intentamos, pero enseguida nos dimos cuenta de que no era posible. Por eso nos centramos en otros objetivos. Para el equipo era importante ganar una etapa. En el camino nos encontramos con el maillot amarillo y fue algo que nos dio mucha moral”, dijo.

Se lo enfundó tras la tercera etapa, en Turín, precisamente la ciudad donde se vistió por vez primera de rosa en el Giro de Italia.

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Ese día inscribió su nombre en una lista reducida de corredores que han liderado las tres grandes vueltas, en la que con el suyo solo figuran 25 nombres.

“Fue un día muy especial. Como también lo fue hace tres años subir al podio, pero lo hice sin ganar ninguna etapa y tenía ganas de estrenarme. Por eso es algo muy especial, no le quito importancia a ninguna de las tres cosas, pero ganar aquí es muy complicado”, dijo el ecuatoriano.

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Carapaz lo había intentado en varias ocasiones, siempre ofensivo, fiel a su personalidad, pero en la victoria estaba muy cara en una carrera tan difícil en la que los favoritos para la general, espoleados por el ambicioso Pogacar, habían abortado todas las fugas.

Tres pasos por el podio

En Turín subió al podio para vestirse de amarillo y en Plateau de Beille para recibir el premio de la combatividad que puso de manifiesto su raza, aunque entonces su esfuerzo en el difícil puerto pirenaico quedó enterrado por el empuje del esloveno.

En Superdévoluy su sonrisa era total, porque volvió al palco para levantar el premio del ganador, el primer sudamericano que se impone en el Tour en cuatro años, después de que lo hiciera el colombiano Miguel Ángel López en el Col de la Loze.

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Acostumbrado a pelear por metas más altas, el ganador del Giro de 2019, que también tiene podios en las tres grandes (fue segundo en la Vuelta de 2020), supo reciclarse para conseguir otras metas en un Tour en el que la general está secuestrada por tres ciclistas de época.

El día que se vistió de amarillo aseguró que pelearía por “ser el mejor de los terrestres” y, poco a poco, puso en su punto de mira conseguir otras metas.

“Eso te obliga a esperar tu momento, pero teníamos claro que en la tercera semana podíamos marcar la diferencia. Y esta etapa la teníamos bien señalada”, dijo.

“En el autobús se lo dije al director, que era un perfil que me convenía bien. Y el equipo ha trabajado duro, me han protegido bien del viento. Creo que hemos corrido con mucha inteligencia”, señaló.

No fue fácil formar la fuga. El Tour está lleno de metas y de ambiciones por lograrlas. “Ha sido un día muy del Tour, muy loco, con todos queriendo entrar en la fuga”, dijo. Carapaz batalló para entrar en la escapada y luego para extraerse de ella en busca del triunfo que tanto ansiaba.

“Cuando he visto el ataque de Simon Yetes en el penúltimo puerto me he dicho que era el bueno. Podía ayudarme a abrir un hueco y creo que ha sido definitivo”, afirmó.

“En el Tour hay mucha competitividad y eso lo hace especial. Lo hemos intentado desde la mañana. Para nosotros esta victoria es muy importante, porque hemos demostrado que podemos competir con equipos que nos doblan en presupuesto”, comentó.

Carapaz consigue apuntar su nombre en una edición del Tour. El ecuatoriano demuestra que no es un ciclista banal, que siempre quiere dejar su huella en las carreras en las que participa.

Su participación es ahora ya de muchos quilates y le ayuda a olvidar uno de los sinsabores de la temporada, el de no haber sido seleccionado por su país para defender el oro olímpico en los Juegos de París.

“Es algo que ya he dejado de lado. La Federación tomó su decisión, con sus criterios, que no fueron los del rendimiento. Pero yo demuestro que puedo dar mi mejor versión, ganar aquí no todo el mundo lo hace. Pero lo de los Juegos lo quiero dejar a un lado. Quedan metas por delante para representar a Ecuador”, señaló. (D)