La Arquidiócesis de Guayaquil con su banco de alimentos Diakonía y el aporte de la empresa privada y de entidades públicas permitió la entrega organizada de alimentos y otras ayudas.

Paúl Palacios, quien hizo de coordinador, cuenta que los alimentos que llegaban al centro de acopio del Banco de Alimentos se distribuían en sectores vulnerables Guayaquil y de otras localidades con el apoyo de voluntarios, policías y militares; en algunos casos, en camiones de Prefectura, Municipio y otras entidades.

“Esto era un tema humanitario, de seres humanos, pero también era un tema de seguridad para toda la población, para la familia... si no les dábamos a estas personas los alimentos que necesitaban, no podíamos pedirles a estas personas que no salgan de sus casas y se mueran y se contaminen con COVID-19; no podíamos pedirles que no salgan de su casa y saqueen, entonces es un tema de asistencia pero también de seguridad para todos”, sostiene.

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Palacios cuenta que se desarrolló una plataforma virtual de asistencia humanitaria que traslada derechos de recepción de comida a los necesitados. Así, a través de un mensaje de texto, el beneficiario puede retirar alimentos en una tienda de barrio o en un local de Tía. “Eso está listo para llevarlo adelante en caso de un rebrote de la pandemia u otra emergencia”, cita.

“Siempre en una experiencia como el terremoto se van sacando conclusiones, errores cometidos, se va sacando a limpio las cosas nuevas que se pudieron hacer y eso ayudó mucho en esta situación”, agrega.