Vicente Rocafuerte es uno de los personajes más importantes en la historia de Guayaquil en la época republicana. Fue presidente del Ecuador y gobernador del Guayas. Además ostentó varios cargos diplomáticos. Su legado en la urbe porteña ha sido reconocido con merecidos monumentos, plazas y calles renombradas en su honor.

Una de ellas es una de las más tradicionales en el centro. Se inicia en la avenida 9 de Octubre y culmina en la iglesia Santo Domingo de Guzmán, en las faldas del cerro Santa Ana. La actual Rocafuerte fue una de las primeras calles que se construyeron en la ciudad.

Según la publicación Diario de Guayaquil de autoría del extinto historiador José Antonio Gómez Iturralde, para inicios del siglo XIX, en el espacio intermedio entre Ciudad Nueva y Ciudad Vieja se asentaban los barrios Nuevo y el conocido como Cangrejito.

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En 1816, Juan Manuel de Mendiburu fue designado gobernador y se inició la apertura de la calle Nueva (hoy Rocafuerte), debido a que la calle Real (actual Panamá) resultaba insuficiente para unir a los dos sectores de la ciudad.

También sirvió para que se movilicen los moradores del barrio Cangrejito, que estaba ubicado cerca de la actual calle Mendiburu. La calle Nueva comprendía el tramo entre las iglesias La Merced y Santo Domingo de Guzmán, según planos de 1858, refirió el historiador Miguel Cantos.

Este detalle se puede observar en una pintura del artista francés Ernest Charton, quien residió en la ciudad a mediados del siglo XIX. En la obra retrató a dos señoritas caminando por la calle Nueva, portando sombrillas.

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A los lados hay varias casas construidas con madera, con techos de paja o de panca, y otras de teja. En el fondo se aprecia la iglesia La Merced.

Para 1878, se inició el relleno de la calle Rocafuerte y en años posteriores por esta vía se instalaron las rieles por donde pasaban las carrozas de tracción animal. A inicios del siglo pasado el tranvía eléctrico también paseó por esta calle, transportando a los porteños.

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Entre 1920 y 1930 se instalaron tres monumentos simbólicos de Guayaquil, que adornaban la calle Rocafuerte: el de Sebastián de Benalcázar, en la intersección con Roca; el de Francisco de Orellana, a la altura de la calle con la misma denominación; y el que se realizó en honor al pueblo huancavilca, en Tomás Martínez.

En el siglo pasado, los feligreses guayaquileños acostumbraban realizar procesiones por esta calle para dirigirse hacia la iglesia Santo Domingo de Guzmán, y así escuchar misas o celebrar diversas manifestaciones religiosas.

El libro Nomenclatura de las calles de Guayaquil, del arquitecto Florencio Compte, refiere que el 3 de octubre de 1996, mediante ordenanza municipal, se ratifica la denominación de Rocafuerte a la calle que nace en la avenida 9 de Octubre hasta la iglesia Santo Domingo de Guzmán, en las faldas del cerro Santa Ana, situada en la parroquia Carbo.

A finales del siglo pasado comenzaron a funcionar bares y discotecas en la calle Rocafuerte, como Los Farolitos, que luego se convirtió en El Colonial, y que era propiedad del chileno Miguel Salinas.

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En los balcones del sitio eran tradicionales los monigotes de la cantante cubana Celia Cruz, el radiodifusor Carlos Armando Romero Rodas, o el artista guayaquileño Julio Jaramillo.

A lo largo de esta calle se posicionaron otros bares y discotecas, por lo que se denominó al sitio como Zona Rosa.

Los porteños se congregaban en estos sitios para bailar hasta antes de la pandemia de COVID-19 que azota la urbe porteña desde marzo pasado. Estos centros de diversión nocturna han permanecido cerrados por las restricciones impuestas para evitar la propagación del coronavirus.

A la altura de la calle Julián Coronel está ubicado el colegio Huancavilca, y en la calle Loja, se sitúa el campus Las Peñas de la Escuela Superior Politécnica del Litoral (Espol). A pocos metros opera la Compañía #19 Sucre del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil.

En el año 2006, esta calle pasó por un proceso de regeneración urbana desde Tomás Martínez hasta Loja. (I)