Melissa Moreno.-

Las dificultades para conseguir transporte hacia viviendas que se encuentran entre los cerros o en zonas con calles estrechas y sin asfaltar han motivado el trabajo de mototaxistas en las cooperativas del noroeste de Guayaquil. Son motociclistas que transportan pasajeros y hasta hacen compras y otros mandados bajo encargo.

Esta situación se da en las cooperativas Sergio Toral, Las Piscinas, Promesa de Dios, 31 de Octubre, Guerreros del Fortín y tantas otras ubicadas al otro lado de la vía Perimetral. En total, son unas 20 asociaciones de motorizados que ejercen ese trabajo, hasta ahora de manera informal.

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Estos motociclistas se dividen en alrededor de 20 a 30 integrantes que se parquean en alguna esquina, a la espera de que alguien los llame para un recorrido o un encargo.

Recorren calles polvorientas, atentos a que personas los llamen y transportarlos a sus destinos. Ellos se sienten contentos cuando tienen clientela. En el día prestan servicio a entre 15y 20 personas, a las que llevan a lugares que estos les indican.

Recaudan entre $ 10 y $ 15, que les sirven para mantener su hogar.

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En la cooperativa Sergio Toral se halla Ángel González. Ofrece esta ayuda para auxiliar a las personas que viven en los cerros, ya que ningún bus va a esa zona y las ayuda transportándose; además es su forma de mantenerse.

Su jornada inicia a las 6:00 y termina a las 19:00. El precio fijo es de 50 centavos. Él exige a las autoridades que le extienda el horario de trabajo en la noche, ya que cree que hay más clientela.

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Seis cuadras más adelante se encuentra Ronaldo Quiñonez, perteneciente a la cooperativa 31 de Octubre. Explica que lleva cinco años en este servicio de llevar a gente de extremo a extremo del sector.

Esta cooperativa cobra la carrera 30 centavos dado que la zona es muy pequeña. Y la carrera más larga $ 2. La Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) ha realizado operativos en este sistema de transporte, como la revisión de cédulas de tipo A (para conducir motos) y que tengan la vestimenta apropiada para ejercer esta labor. Si no tienen en regla los papeles se procede a retener las motos, señala José García de la cooperativa Las Piscinas.

Igualmente, estos motoristas hacen mandados a los residentes de la zona, como compras de víveres o elementos de construcción, por lo cual cobran $ 1.

"Las personas confían en nosotros porque somos vecinos y trabajamos para mantener a nuestras familias", comenta Diego Troya, residente de la Coop. Voluntad de Dios.

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Con relación a las motos, algunas son alquiladas y otras son propias. El alquiler les cuesta de $ 10 a $ 20 el día.

En cuanto a las medidas de bioseguridad, los motociclistas no utilizan mascarillas, alcohol y tampoco las normas de etiqueta respiratoria.

Tampoco emplean las medidas de seguridad como vestir el equipo con el chaleco fosforescente que los representa, zapatos deportivos obligados a ponerse, cascos y rodilleras.

Los motociclistas tienen que esconderse de los agentes de la ATM para que no los multen.

También tienen prohibido trabajar a altas horas de la noche y se tienen que ocultar por medio de casas para que no los sancionen.

La policía Johanna Lina comenta que está cansada de llamarles la atención. Les exige que se vistan acorde a su trabajo. (I)