A la casa rentera de Oliva Aguirre llegaron en el último mes al menos diez interesados en alquilar las dos suites que tiene disponibles en el sector de Bellavista, en el norte de Guayaquil. Su vivienda se encuentra en una zona que está rodeada de rejas hacia la calle principal y hacia la Guillermo Castro Benítez.

En 2023 había colocado un letrero de “Se alquila” en una de las ventanas, pero los inquilinos nunca llegaron. Hasta hace poco más de dos años estos departamentos eran arrendados por estudiantes, pero luego por la inseguridad dejó de ofrecerlos.

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“Los desocuparon por mediados de 2022 y no los había puesto en anuncio en ningún lado porque me dio miedo de quién pudiera llegar a arrendar. Luego, cuando ya puse el letrero como a finales de 2023, nadie llegó y tampoco lo publiqué en redes sociales o en alguna plataforma”, relata la mujer.

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Aguirre cuenta que, en junio de este año cuando se decidió por contratar a una agente de bienes raíces para acelerar la ocupación de los departamentos, esta le dijo que sería sencillo porque su casa estaba en un conjunto que había sido cerrado con portones.

“Cuando la agente me dijo que ahora debía especificar que la casa queda dentro de una zona cerrada (en los anuncios), empezaron a llover los futuros inquilinos. Todos los que venían por información no me preguntaban por los baños o la cocina, me decían cómo se manejaba la seguridad en el portón y que si esa puerta la llave la tenían solo quienes vivían en esa zona”, comenta.

En menos de dos meses logró alquilar los dos departamentos después de casi tres años de estar desocupados.

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En ese sector, cuentan vecinos, si bien no se ha reactivado al 100 % el tema de arriendos, hay una recuperación a la que le atribuyen la seguridad que en cierta forma da la instalación de rejas.

“Los padres de los futuros estudiantes de la universidad que está cerca suelen dar vueltas por aquí, ahora más por las puertas metálicas”, dice Marielena Pizarro.

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Los letreros de “Se alquila” y “Se vende” se observan en estas puertas que ahora se han convertido en el comodín para atraer inquilinos.

En la décima etapa de la Alborada a Leoncio Gonzabay le sucedió algo similar a la arrendadora del sector de Bellavista. En este año decidió contratar a una agente para tener la seguridad de encontrar inquilinos para su casa rentera.

“Me decían de entrada: ‘¿Sí tiene rejas la cuadra? ¿Hay portones o puerta eléctrica?’. Cuando les decía que sí de una venían a ver el departamento y se cerraba el negocio. Yo en este año logré ocupar tres departamentos que antes, sin las rejas, no había podido”, cuenta el hombre.

Tanto la Alborada como Bellavista son sectores en los que se ha reactivado la demanda de arriendos por la colocación de portones, asegura la Asociación de Corredores de Bienes Raíces (Acbir).

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“Los cierres con rejas en la Alborada les ha permitido tomar impulso para tener nuevamente demanda, también en ciertas zonas de la Kennedy, Atarazana y Bellavista”, indicó en entrevista con este Diario la presidenta del gremio, Sue Murillo.

En la Alborada, aseguran moradores, se han multiplicado las ofertas de arriendo en calles como Cumbaratza, Paquisha, Sucumbíos y en la José Rodríguez Labandera. En esas vías secundarias se han colocado portones eléctricos con guardias que están por turnos.

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En los anuncios publicados en diferentes plataformas inmobiliarias, e incluso en Market Place de Facebook, ahora se incluye este ítem como enganche.

“Casa en alquiler en zona cerrada en la Alborada 12.ª”, “Departamento planta alta en casa ubicada en calle con rejas en el norte de Guayaquil”, “Departamento en zona con rejas eléctricas y guardia”.

Dora López, quien es arrendadora desde hace más de 20 años en el sector de la Nueva Kennedy, señala que en estos últimos meses ha tenido que poner como enganche el tema de las rejas.

“Ahora antes de ofrecer un x número de baños o de cuartos ponemos en los anuncios que la zona tiene rejas, puertas eléctricas y guardia 24 horas. A la gente ahora le importa más eso que los ‘amenities’ en un departamento”, afirma ella. (I)