Un pequeño pincel con pintura dorada diluida recorre las pequeñas ranuras de la flor que Sandra Murillo está a punto de pegar en una lápida de mármol de unos 50 centímetros que entregará este fin de semana. Minuciosamente, mientras realiza los trazos, sopla levemente el girasol -que está elaborado también con mármol- para que la pintura quede lisa y se levante el polvo que aún mantiene la figura luego de haber sido tallada.