Kiara juega con una muñeca que llora cuando le sacan el biberón. “También habla y camina”, cuenta la niña con ternura mientras pone a la muñeca en el suelo para demostrarlo. Kiara sonríe feliz en una pequeña habitación del albergue Soldaditos de Dios, en la ciudadela Atarazana, en el norte de Guayaquil. Ahí vive desde hace un año a la espera de una valoración médica en España, donde se le realizó hace cuatro años un trasplante de médula ósea para combatir una leucemia mieloide aguda, un tipo de cáncer agresivo que la atacó apenas había nacido.