Los locales apostados en el malecón del Puerto Santa Ana se mantenían con varios clientes compartiendo bebidas y bocados de comida en las mesas. Cerca de las 22:00 de un miércoles de junio, en varios negocios ya se cobraban facturas para el cuadre de cajas, se realizaba limpieza de los espacios y enseres, mientras en unos pocos establecimientos dedicados al expendio de bebidas aún se brindaba atención a los clientes esa noche.