En las jardineras de la Bahía, entre los arbustos y hasta debajo de las raíces de los árboles, se divisaban grandes huecos: madrigueras de ratas. Allí se colocó veneno en forma de bloques de color azul para matar a los roedores y para que disminuya la población que circula en esa parte del centro, considerada la más crítica por la cantidad de basura diaria que se genera en la zona y que origina un ambiente propicio para ratones y ratas.