Sus rostros denotaban cansancio por mantenerse a la intemperie y bajo el intenso sol del viernes anterior en una plaza pública del norte de Guayaquil. Allí, varios trataban de juntar dinero que les permita continuar en su travesía con el apoyo de ciudadanos comunes que circulaban por la zona o con la venta de artículos.

Aunque tienen historias distintas, algunos contaron que han estado en el país por algún tiempo y otros vienen desde Perú y Chile en búsqueda de permanecer algunos días en Guayaquil para seguir.

No van rumbo a Venezuela para quedarse. Quieren avanzar hacia el norte del continente en búsqueda del sueño americano.

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Aunque el Gobierno de Estados Unidos ha restringido el acceso de migrantes venezolanos, ellos son parte de las decenas de venezolanos que continúan su paso con miras a tener un mejor futuro con ingresos mayores y en mejores condiciones laborales en ese país.

En algunos espacios públicos de la urbe, como parques y plazas, los migrantes venezolanos suelen ubicarse tratando de realizar actividades que les faciliten unos ingresos, incluyendo la mendicidad, venta de dulces o trabajos temporales como ayudantes de distintos oficios como albañilería.

El deseo de los migrantes en busca del ‘sueño americano’ los hace enfrentar peligros como el cruce en el Tapón de Darié

Unos se colocan en carpas o forman especies de covachas para pernoctar. Personal municipal incluso ha despejado áreas y los ha instado a que vayan a un albergue.

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Rodolfo Rodríguez, quien en Valencia se dedicaba a la supervisión en una planta de velas, se mostró abierto a dialogar sobre su situación. Tenía un semblante optimista al hablar de sus aspiraciones, aunque cansado de la incertidumbre de pasar lejos de casa.

Él vive en Durán desde hace más de un año, hasta hace poco laboró en construcciones en Samborondón, pero ahora junta dinero con la venta de dulces en una zona del norte.

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El hombre comentó que a fines de año dejaría en Venezuela a su esposa, Edigmar Segarra, de 28, y su hija, de 3, para luego emprender su camino al norte del continente. Él ya tuvo un intento de hacer la travesía en solitario con unos amigos, pero ella no quiso quedarse sola en este país.

Ahora, él quiere irse solo a la travesía. Esta le llevaría un mes y medio para cruzar a través de la región del Darién. Para ello, necesitaría entre $ 300 y $ 1.000, calculó.

Migrantes venezolanos que reciben atención en refugios de Guayaquil planean establecerse en Ecuador

La selva del Darién, en Panamá, se ha convertido en una ruta de escape para los cientos de miles de venezolanos para tratar de llegar a Estados Unidos.

Según autoridades panameñas, de 2.800 venezolanos que transitaron la selva el año pasado, los casos se dispararon a más de 114.000 en lo que va del 2022.

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“Si se me da la oportunidad, yo la aprovecharía”, dijo el hombre que se muestra nostálgico de querer volver a su país a ver a sus otros dos hijos que viven en Venezuela.

Guayaquil tiene tres barrios acogientes para refugiados. Marzia Dalto, jefa de la suboficina de Acnur, cuenta sobre el trabajo que se ejecuta en estos sectores

En su caso, él lleva ocho años fuera de su país y enfatizó que sueña con ahorrar dinero en Estados Unidos para poner un negocio en casa como una licorería o de comida. Sus amigos ya están en ese país norteamericano.

“Y ya sobrevivir con eso, yo ya estoy cansado de estar fuera de mi Venezuela, tanto tiempo que tengo ganas de un abrazo de mi mamá”, comentó el hombre de 33 años, que se mantenía en un parterre donde una hija jugaba, el viernes pasado.

Frangerlin Brochero también está en Guayaquil con su esposo y dos hijos. El último de los más pequeños nació en Guayaquil un día después de que arribaron a la ciudad, hace dos meses, aproximadamente.

El pequeño permanecía en un carro pequeño y era cargado por momentos por ella para amamantarlo a plena luz del día, en medio del tráfico del norte de Guayaquil, ese mismo día. “Mi bebé es guayaquileño del Guasmo”, comentó la mujer que mantenía a su pequeño vestido con ropa limpia y un gorro de un club de fútbol local.

Migrante venezolana dio a luz a su hijo en Guayaquil.

Esta mujer, originaria de Caracas, salió de Venezuela en diciembre del pasado y llegó hacia Chile luego de cruzar por Colombia y Perú. Pero decidió regresar. También van en camino al sueño americano, dijo.

Por ahora, en Guayaquil, ella comentó que para salir al paso han debido recurrir a la mendicidad y su esposo pide contribuciones de víveres y ropa, sobre todo para el cuidado de sus niños. En su primer mes, esta pareja trabajó vendiendo productos al contado en una empresa de embutidos, pero la jornada se extendía por más de doce horas y en barrios “peligrosos” y desistieron de ello. Cobraba $ 20 por día, pero sin seguro ni beneficios de ley.

“Queremos surgir, queremos ser grandes si Dios lo permite”, comentó la mujer, sobre su aspiración de vivir en Estados Unidos, mientras en Guayaquil sigue viviendo en la calle y se las ingenia para asearse y cocinar en espacios públicos, sobre todo en las noches para evitar problemas con las autoridades. Por ahora, desiste de moverse a refugios por malas experiencias en otros países con personas conflictivas.

Ella, que antes trabajaba en un puesto de refrescos, mencionó que conoce de compatriotas que ya trabajan en restaurantes, en cuidado de niños y ancianos y en la limpieza de lugares de servicios. A una de esas alternativas aspira para recolectar dinero para los suyos.

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Una vez que consiga el suficiente dinero, ella pretende montar dos negocios (de zapatería y confitería), una vivienda y un carro para que su familia esté cómoda. “Para nosotros emigrar no es algo imposible, voy a trabajar, trabajar, trabajar, hasta que tenga lo mío y mandar a Venezuela, tener mis cosas en mi país, el país más bello del mundo, aunque no lo quieran creer. “Así esté cerrada la frontera nos quedamos en México hasta que esté mejor”, dijo la mujer de 26 años.

Kendry Zapata salió de Barinas, Venezuela. Él tenía sus pertenencias en una maleta colgada de un árbol para evitar hurtos mientras busca unos pequeños ingresos. Hace dos semanas ingresó nuevamente a Ecuador luego de pasar por Paraguay, Bolivia, Perú, Brasil y otros países de la región, donde laboró como pescador, ayudante de mecánica, colaborador de maquinaria pesada en minería, cuidador de finca, limpiando calles, venta de dulces, entre otros.

Este hombre, de 31 años, contó que también pernoctaba en la calle desde hace varias semanas y el viernes pasado ya había conseguido una habitación en el norte por $ 2 la noche, hasta que logre reunir dinero para seguir su periplo.

Este venezolano manifestó que las condiciones de vida en Ecuador no convienen mucho al ganar unos $ 400 que le sirven apenas para cubrir gastos básicos, como la comida y alquiler de vivienda, y además enviar ayuda a sus familiares (dos hijos y su madre) en Venezuela. Con ese antecedente, él sueña en conseguir el ingreso a Estados Unidos, ahorrar dinero y sacar a su familia lo antes posible de su país.

“Yo puedo irme para Estados Unidos y ganar bastante plata y les puedo mandar, pero esa plata se va a volver nada, con 2.000 dólares puedo sobrevivir y mandar de 800 a 900 (dólares) todos los meses, voy a estar toda la vida hasta que Venezuela se acomode, prefiero irme para allá, reunir un capital bueno y sacarlos y olvidarme de Venezuela hasta que cambie. Estados Unidos y Canadá son los únicos dos países donde un ser humano se puede levantar desde cero”, sostuvo el hombre, que trabajaba en su país en la guardia nacional. (I)