Edna Dantas, de 55 años, y su hija María Gabrielly, viven en el hogar más famoso de la isla de Itamaracá, de Pernambuco, Brasil. Es una obra que resume el objetivo de la construcción sostenible. La hicieron con botellas de vidrio y la bautizaron como la “Casa de Sal”.
Hoy, la vivienda de estas dos mujeres es la noticia ecológica más comentada, del año, dentro y fuera de Brasil. Su ejemplo inspira y educa.
Edna y María levantaron su casa con 8.000 botellas de vidrio recicladas y no es un inmueble pequeño. No. Tiene 7 habitaciones.
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Además de botellas, que consiguieron en las orillas de las playas, necesitaron cemento y madera.
La idea de construir la casa con botellas nació en pandemia. Corría el 2020 y ambas notaron la eliminación irregular de vidrio en un área de Mata Atlántica en Praia do Sossego, según reseñan varios medios.
Las dos mujeres, cinco años después, son conscientes del ejemplo que han dado no solo a la comunidad. “Queremos inspirar a otras personas para que creen sus propias soluciones”, dice Edna Dantas para una entrevista de Favela Seeds, citada en Arquitectura y Diseño.
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El proceso de construcción les tomó dos años. No querían dañar el entorno que tanto les ha dado, afirman. El deseo de madre e hija es “vivir en conexión con la naturaleza”.
Edna, licenciada en administración pública; y María, diseñadora de moda, “decidieron hacer un diseño en el que las lamas (tablillas) de madera reciclada fueran los pilares fundamentales. Ellas mismas pusieron en fila las 8.000 botellas de vidrio, que se agregaron a la armadura gracias al cemento”, explica la publicación.
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La vivienda impresiona. Luce acogedora, luminosa. La decoración es de otro nivel. Nada desentona. Las paredes de botellas proporcionan luz natural a la vivienda, los azulejos están hechos con tubos de pasta de dientes y las mamparas con palés recuperados. Un baño seco, que convierte los residuos en compost, refuerza la bioconstrucción, detallan en las redes de la mismísima Casa de Sal.
Con cal dieron acabado al exterior de la vivienda; en el interior usaron pintura de arcilla.
Así llegaron a tener la casa y según ha trascendido es reconocida como la primera en el mundo que se hace colocando las botellas en posición (disposición) vertical.
Deuda histórica
En mayo pasado, cuenta Edna, encontraron “una estadística muy alarmante” ofrecida por la ONG Hábitat.
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La onegé detallaba que “las mujeres negras en Brasil podrían tardar hasta siete generaciones, 184 años, en comprar una casa propia con un valor aproximado de R$ (reales brasileños) 70.000 (12,821.92 dólares)”.
Reflexionan madre e hija, en un post en Instagram, que “el racismo y sus implicaciones ambientales y ecológicas son tan inhumanos como monstruosos porque, hasta la fecha, no ha habido ningún proyecto de reparación histórica.
Por eso, seguimos exigiendo vivienda, ecología popular y nos comprometemos a participar en acciones prácticas en un plazo que exige mayor conciencia, responsabilidad, armonía y reconexión con la naturaleza”.
En publicaciones de Instagram señalan que la acogedora vivienda está a 100 metros de la playa, en Pontal da Ilha de Itamaracá, con acceso por Praia do Sossego. Cerca de playas privadas, manglares, lagunas y desembocaduras de ríos.
Quién puede negarse a la tentación de conocer el hogar de Edna y María... La Casa de Sol, ejemplo de construcción sostenible, hace guiños coquetos al planeta y al alma. (I)