Austria celebró este miércoles el final de la Segunda Guerra Mundial rindiendo homenaje por primera vez, con una guardia de honor en Viena, a las víctimas del fascismo.

Soldados del ejército austriaco montaban guardia en este 8 de mayo en la cripta de la plaza de los Héroes (Heldenplatz) en Viena.

Las corporaciones estudiantiles de ultraderecha habían tomado la costumbre de conmemorar en esta plaza los soldados caídos en combate.

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El ministro de Defensa, Gerald Klug, tomó la decisión de impedir la manifestación de los militantes de ultraderecha.

"Este día ha sido interpretado de manera contradictoria en el pasado", declaró el martes Klug en una rueda de prensa.

"El 8 de mayo será siempre un día de alegría por la liberación y un día de memoria", dijo, añadiendo que no había lugar para "otras interpretaciones".

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"Ahí donde las corporaciones, en años anteriores, lamentaban la derrota, el ejército austriaco honrará las víctimas" del fascismo, había declarado Klug.

Una ceremonia oficial se llevó a cabo igualmente este miércoles en la mañana en la Cancillería,  en presencia del jefe del gobierno, Werner Fayman, y del vicecanciller, Michael Spindelegger.

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El exjefe de redacción del diario israelí Jerusalem Post, Ari Rath, quien huyó de Viena en 1938 y regresó en 2007 para adquirir de nuevo la nacionalidad austriaca, pronunció un discurso.

Durante un largo periodo después de la guerra, Austria eludió su complicidad en los crímenes nazis contra la humanidad, presentándose como "anexionada" por Alemania en 1938, y la "primera víctima" de Adolfo Hitler.

A fines de los años 80, el "caso Waldheim" - la revelación del pasado nazi de Kurt Waldheim, ex secretario general de la ONU y en ese entonces presidente austriaco (1986-1992) - cambió la situación.