En medio de los árboles de guachapelí, Abraham León Bajaña, de 9 años, juega a las escondidas con su hermano Isaías (8) y su primo Aarón (11), en el recinto Briceño de Adentro, en el cantón Salitre.

Así se divierten en medio del espeso verdor del campo que rodea la casa en la que habitan temporalmente con su padre, Wilson León Cornejo, sus hermanos, sus tíos y sus primos.

No muy lejos del lugar están los escombros de los puntales que levantaban la casa en la que vivía Abraham con su familia y que en septiembre pasado se quemó con todas las pertenencias y enseres que tenían, posiblemente por la explosión del tanque de gas.

Publicidad

Él recibió un reconocimiento a su valentía, en la sesión solemne por los 195 años de Independencia de Guayaquil, que organizó la Gobernación, por haber rescatado a sus hermanos. El presidente Rafael Correa le entregó una placa y una medalla.

El día del incendio, recuerda Abraham, preparaba una ensalada para almorzar con sus hermanos, hasta que llegara su padre del trabajo, y vio cómo salían llamas de su casa.

Isaías y Sara, que jugaban dentro de la vivienda, no se habían percatado del fuego. “Pensé en sacar a mis hermanos”, dice Abraham. Se arriesgó y los sacó junto a su perro, Tulcán. Se quedaron en los sembríos de arroz hasta que llegaron su papá y su tío Joffre.

Publicidad

“Como tenemos amigos vecinos, la nieta de Gustavo Briones llamó a su abuelita en Guayaquil y allá, una tía de ella llamó a los bomberos en Salitre”, menciona Wilson, quien cría solo a los niños desde la muerte de su esposa a causa de la leucemia que padecía.

Mientras siguen a la espera de la reconstrucción de su hogar, Abraham continúa sus estudios en la escuela Francisco Campos Coello, donde cursa el quinto año de básica.

Publicidad

Con sus hermanos y su primo caminan alrededor de una hora para llegar hasta el lugar. Cuando la economía lo permite lo hacen en tricimoto.

Abraham es tímido, pero se muestra sonriente. Dice que le gustan mucho las clases de Matemáticas y Lenguas y asegura que en un futuro quisiera convertirse en policía.

“Quiero ser policía porque ellos no dejan que a las personas les pase nada malo”, responde el niño.

Su padre, quien asegura que encontrar a sus hijos con vida ha sido un regalo de Dios, se siente preocupado. Sabe que, pese a la ayuda y buena voluntad de su familia y amigos, necesita un espacio propio.

Publicidad

“Ciertamente se han prometido muchas cosas, pero ya llevo más de un mes. El MIES (Ministerio de Inclusión Económica y Social) me dio $ 90 en colchones y algo para trapear y esas cosas y $ 90 más en el bono”, explica Wilson.

Él se dedica a la agricultura, pero ahora busca ayuda para reedificar su vivienda, ofrecimiento que le hicieron algunas autoridades y que no llega.

La promesa de pasar la semana de vacaciones escolares en la casa de unos tíos en el sector Los Tintos, no se cumplió, dice Wilson. Durante ese tiempo los pequeños se distrajeron en los alrededores de la casa jugando con sus primos y su mascota.

Al preguntársele sobre su casa, Abraham calla. La recuerda de caña, elevada y con dos ventanas. El próximo 8 de noviembre cumple 10 años. No desea parecerse a ningún héroe, afirma, el deseo más grande que tiene por el momento es tener nuevamente su casa. (I)

Lo que yo necesito es una casa, ustedes saben que yo sin casa no puedo estar. Yo estoy necesitado. Lo que usted ve aquí, esos colchones esas cosas me las han regalado personas caritativas”.Wilson León Cornejo, Padre.