Una de las frases que siempre recuerdo está relacionada con la política argentina: "Si querés ser presidente, sí o sí debés ser peronista". Fue una contundente respuesta de un periodista de ese país ante mi satírica pregunta: ¿por qué le dan tanta exclusividad al peronismo?

Cursaba una maestría en Buenos Aires en el 2014, la antesala a un año electoral sin un panorama claro de precandidatos y posibilidades de alianzas que no se consolidaban, y aun así, todo era agitado en la política argentina, tal vez como lo es siempre el fútbol y el rugby, dos de los deportes que más apasionan en ese país.

Querer entender en poco tiempo a la Argentina se vuelve en una suerte de rompecabezas: Una historia importante tiene un antecedente importante, y ese antecedente, otro antecedente. El recién llegado debe tener claro al menos quién fue el militar Juan Domingo Perón y Evita Duarte para comprender a los argentinos cuando hablan de política. Él, el presidente que marcó un antes y un después de la Argentina a mediados del siglo pasado; y ella, su esposa y compañera de lucha en favor de "los más desposeídos"; una mujer amada por el pueblo que tuvo su gloria por impulsar el voto femenino y reconocer a los hijos extramatrimoniales.

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Argentina, en tanto, era un caos en materia laboral. No se respetaban las jornadas de trabajo ni los días de descanso, tampoco existían las vacaciones ni derechos que ampararan a los obreros. Cuando Perón llegó al poder en 1946, todo cambió en favor de la clase trabajadora y de los más pobres. El país vivió su época de bonanza económica. De ahí surgió el peronismo como una fuerza popular y todo aquel que pretendiera llegar a la presidencia debía ser peronista, "sí o sí".

El hecho de que Perón haya vuelto al poder en los setenta, con otra mujer como compañera de vida después de la muerte de Evita (1952), María Estela Martínez, es otra historia. El peronismo se mantiene hasta el día de hoy. Desde que se fundó esta ideología, hace 70 años, ningún presidente de otro partido, elegido democráticamente, pudo completar su periodo.

En Ecuador no hay una fuerza como esta. Algo similar es la influencia de Eloy Alfaro en gobiernos como el actual, pero no es que para ser presidente en este país se deba ser, por convicción, alfarista. Ni siquiera José María Velasco Ibarra, cinco veces mandatario, dejó como legado eterno el velasquismo.

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En Argentina trascendió hasta nuestros días. Y justamente hoy concluye la campaña electoral en ese país previo a los comicios de este domingo, teniendo como candidatos favoritos al oficialista Daniel Scioli, al opositor Mauricio Macri y al peronista disidente Sergio Massa.

Scioli (i), Massa y Macri, los candidatos que encabezan las encuestas.

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De ellos, Macri -actual alcalde de Buenos Aires- es el único contendiente no peronista y por primera vez en más de 15 años es el de mayor fuerza pese a no tener la misma ideología, hecho que sorprende en la política argentina contemporánea.

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Es que los defensores del peronismo destacan la justicia social como su bandera, aunque sus críticos sostengan que es simplemente un movimiento populista.

El legado de los no peronistas

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Arturo Frondizi (1962), Arturo Illia (1966), Raúl Alfonsín (1983) y Fernando de la Rúa (1999) fueron los únicos gobernantes no peronistas en Argentina después de Juan Domingo Perón. Llegaron al poder gracias a la Unión Cívica Radical (UCR).

Los dos primeros fueron derrocados por golpes militares y los últimos renunciaron antes de terminar sus mandatos por la grave crisis económica que no lograron controlar. De hecho, De la Rúa, con su renuncia, el 20 de diciembre del 2001, salió de la Casa Rosada en helicóptero debido a la conmoción social desatada en la capital y que se replicó en el resto del país.

Es la dramática imagen que no olvidan los argentinos.

¿Macri tiene oportunidades?

Según los sondeos, Mauricio Macri podría alcanzar más del 30% de los votos. Si este panorama se cumple el domingo, el actual alcalde de Buenos Aires podría disputar una segunda vuelta, seguramente con Scioli, si es que este no gana en primera vuelta. De acuerdo con las leyes argentinas, no habrá balotaje si el primer candidato obtiene el 45% de los votos o más del 40% con una distancia de 10 puntos sobre el segundo lugar. Hasta ahora, las encuestas dicen que Scioli bordea el 41% de la intención del voto.

"Quiero unir a la Argentina con una democracia más sana, donde nadie que piense distinto se sienta perseguido. Donde tengamos un estado presente, transparente, que rinda cuentas y que resuelva los temas concretos. Y queremos una justicia independiente, ágil. Y eso lo podemos hacer juntos", dice Macri en sus spots de campaña.

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También tiene otro buen antecedente: su gestión al frente del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, una de las metrópolis más importantes de la región. Su labor, pese a que también ha generado críticas en temas como el aseo de la capital, tiene el visto bueno de la mayoría de los porteños. 

Aunque no gane, Macri logró posicionarse bien en estas elecciones, a través de la alianza centroderecha Cambiemos, como serio aspirante a la presidencia sin tener bases peronistas.

Muchos partidos, la misma ideología

La Argentina no fue un país de diferentes partidos políticos dominantes, ya que desde mediados del siglo anterior el poder lo tuvo solo el peronismo. Y trascendió tanto que a raíz del peronismo surgieron diferentes movimientos y partidos políticos basados en la ideología de Juan Domingo Perón.

En la actualidad, por ejemplo, gobierna el Frente para la Victoria (FpV) con Cristina Fernández de Kirchner, cuyas bases son peronistas. Pero también están el PT (Partido de los Trabajadores), el PO (Partido Obrero) y el MST (Movimiento Socialista de los Trabajadores).

Sobre el actual Gobierno, escuché en reiteradas ocasiones los debates entre kirchneristas y antikirchneristas en un mismo salón. Eso sí, todos peronistas. Los afines al Gobierno elogiaban que la mandataria orientara su gestión en la igualdad social e incluso comparaban a Cristina con Evita Perón, mientras que sus críticos afirmaban que ella no es una peronista al cien por ciento y solo se valió de la ideología para simpatizar. 

Es que el peronismo se diversificó previo a la dictadura militar. Y permitió, solo como un ejemplo, el nacimiento de las corrientes peronistas de izquierda y de derecha.

Indispensable o no para alcanzar una presidencia, el peronismo ciertamente es influyente en las campañas políticas de Argentina. (I)