No tiene un árbol de Navidad. Pero sí la representación del nacimiento del Niño Jesús, en la sala de su casa. Con espumafón, ramas, paja y pinceladas de varios colores, Enrique Marcillo le dio forma al establo donde, según la tradición católica, nació Jesucristo.

Las imágenes de María, José y dos niños Jesús yacen en el interior del pesebre: uno es de tez trigueña y lo conserva desde que hizo la primera comunión; el otro, de tez blanca, lo adquirió en Jerusalén.

De esa experiencia se desprenden algunos aspectos de la recreación de las ciudades de Belén y Jerusalén, en donde se muestran diez momentos descritos en los pasajes de san Mateo y Lucas.

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La anunciación del embarazo a María, José cuando conversa con el ángel, Herodes dando el decreto en su fortaleza en Jerusalén, la matanza de los inocentes, la Virgen María pidiendo posada, el ángel cuando se aparece ante los pastores, el nacimiento del Niño, el camino de los Reyes Magos, la adoración de los pastores y la huida de María, José y Jesús son las escenas que plasmó con elementos reciclados.

Cada momento tiene casas, castillos, todos elaborados por él con cartón, tela, piezas de árboles, cajas de licor y piedras. A este ambiente de Medio Oriente, propio de la época de Jesús, le agregó vasijas y figuras de animales y de personajes importantes en la historia.

“Es laborioso, no se necesita mucho dinero, solo tiempo. Es satisfactorio ver el resultado e incluyo figuras recortadas que salieron publicadas en el 2008 en Diario EL UNIVERSO. Aún las mantengo”, expresa el guayaquileño.

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Los primeros días de diciembre, Marcillo empieza la tarea de armar el nacimiento en la sala de su vivienda, en Calicuchima y Abel Castillo. Es una tradición que lleva 30 años. Se demora una semana en montarlo sobre una base de cajas y una puerta.

Su vivienda está abierta en esta época, dice, para todos aquellos que quieran apreciar el nacimiento. Y ya lo han hecho feligreses de otras religiones, comenta el abogado de profesión, que trabaja en el departamento legal de la Subsecretaría de Educación.

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El aficionado a la lectura de textos teológicos y cursos bíblicos sostiene que en su adolescencia quiso prepararse para ser sacerdote, pero desistió para ocuparse de su madre, ya que es hijo único.

Marcillo afirma que elaborar el nacimiento es “una dádiva, miga de lo que le devuelvo a Dios de tanta abundancia, bondad y bendiciones que a lo largo de mi existencia me ha concedido... Dios es fe, amor”.

Él ha viajado dos veces a Jerusalén, Belén, entre otras ciudades, donde ha tenido la oportunidad de afianzar y de sentir más fuertemente su fe.

El nacimiento lo tiene hasta el 6 de enero, aunque algunos años lo mantuvo hasta carnaval. (I)

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