Después de trabajar más de 45 años en el negocio de la venta de juguetes y artículos de fiesta, el miércoles pasado fue el último día de trabajo en la Feria de Juguetes La Raspa.

El tradicional almacén, ubicado en la esquina de Boyacá y Clemente Ballén, atraviesa desde hace años una fuerte crisis económica que no permite que sigan trabajando, explica Galo Terán, gerente del local.

El negocio que comenzó su padre y heredaron él y sus hermanos, lleva unos cuatro años sin importar juguetes, comprando a proveedores locales, cuenta. Además el 2015 fue un año especialmente malo. Las ventas cayeron un 90% en relación a años anteriores.

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Para Terán, cerrar es la única opción, pues así los accionistas pueden optar por vender el edificio (en $1,5 millones) para poder cancelar las deudas que tiene con los empleados y el Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS). Hace un año que no cancela los sueldos de sus 15 trabajadores, admite.

Los empleados agregan que la compañía ya tienen cinco años de atraso en los pagos al IESS. Julia Fuentes, quien trabaja hace 30 años en la empresa, dice que el cierre es especialmente duro para quienes tienen más de ese tiempo en La Raspa, pues ahora será más difícil conseguir trabajo y por su edad aún no pueden jubilarse.

Fuentes, junto a sus compañeras, María Tagle y Martha Alcívar, habla con tristeza del cierre. Recuerdan que en los años 80 y 90 el éxito era tan grande que llevaban el dinero de las ventas en cajas para ser depositados en los bancos. Dicen que a veces llegan adultos que de niños visitaron el local junto a sus abuelos para hacer compras.

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Ella dice que los artículos se vendían en todo el país. Terán asegura que poco a poco esos clientes se retiraron del negocio de las fiestas. Agrega que el consumidor ahora gasta menos en eso. Para poder pagar sus deudas deben cerrar. (I)