Camino a la celebración del bicentenario (200 años) de la revolución guayaquileña del 9 de Octubre de 1820 y casi enseguida de un igual festejo por la Batalla del Pichincha del 24 de Mayo de 1822, hoy dedicamos esta edición de El Histórico para realzar la repercusión del triunfo patriota en las breñas del emblemático volcán donde se consiguió la definitiva liberación del territorio patrio y que además repercutió de en el proceso emancipador de nuestro continente.

Tal es el valor de la consagratoria de la contienda de hace 195 años, que aún convoca a permanentes y profundos estudios de historiadores y analistas políticos ecuatorianos y extranjeros. Uno de ellos, nuestro compatriota Enrique Ayala Mora, la define como una de las grandes batallas de la independencia americana y hasta entonces, lo que podría denominarse la más ‘internacional’ del proceso emancipador del continente.

La jornada bélica del 24 de mayo de 1822, con escenario en las faldas del volcán Pichincha, convocó a numerosos líderes. Ahí como testimonio el general venezolano Antonio José de Sucre, inteligente estratega; el joven oficial cuencano Abdón Calderón Garaycoa, ejemplo de tenacidad y amor a la patria; el indígena Lucas Tipán de la Cruz, de Sangolquí , en la actual provincia de Pichincha, quien jamás regateó su apoyo a la causa nacionalista.

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Pensando siempre en las lecciones que dejaron tanto la proclama agostina de 1809 en Quito como la revolución octubrina de 1820 en Guayaquil, los vecinos y dirigentes de la Real Audiencia de Quito siguieron con su afán de librarse definitivamente del sometimiento español y multiplicaron esfuerzos para alcanzar el gran objetivo. La presencia de figuras notables en la lucha liberadora en América también motivó a los nuestros a mantener su ideal.

Por fin, tras un titánico recorrido del ejército que salió de Samborondón en la costa, escuadras formadas por quiteños, guayaquileños, cuencanos, riobambeños, esmeraldeños, samborondeños y otros soldados oriundos de diversos sectores de la patria a quienes se sumaron a venezolanos, colombianos, bolivianos, argentinos, chilenos, ingleses, irlandeses, etcétera, en la mañana de mayo de 1822 alcanzaron la definitiva libertad del territorio de la futura República del Ecuador.

La riesgosa topografía del Pichincha fue testigo del triunfo militar patriota sobre las huestes españolas, sin descartar los inevitables momentos de tensión que originaron algunos inconvenientes como la demora de ciertas escuadras que el general Sucre las reclamaba para el éxito de su plan y el respectivo parque (armas, municiones, etcétera) para contrarrestar la arremetida de las fuerzas defensoras de la corona hispana.

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En medio del alborozo que experimenta la comunidad, reparemos en la recomendación de analistas, historiógrafos y docentes para que la celebración de este día sea repensada y analizada seriamente, pues todavía hay ciudadanos muestran desconocimiento sobre el hecho y sus gestores. Otros factores para agudizar esto último son los cambios de celebración de las efemérides para favorecer los puentes vacacionales. (I)