Una luz tenue ilumina en medio de un salón amplio la silueta de la narradora ecuatoriana Ángela Arboleda. Frente a ella, alrededor de 25 personas llenan un salón a oscuras, ambientado así para que las historias que cuenta Arboleda capten la atención del público, y el escenario que dibuja en la leyenda que comparte con la audiencia se vuelva más real. En uno de los salones de El Altillo (Esmeraldas y 9 de Octubre), Arboleda mantiene en suspenso a los presentes. Sus palabras transportan al oyente al lugar de la trama, lo convierten en parte de la historia e incluso en medio del misterio hace reír a los ‘valientes’, como ella denominó a quienes se atrevieron a escuchar los cuentos.