El ejército filipino intensificó sus esfuerzos este sábado, con ayuda de ataques aéreos y de artillería, contra los combatientes islamistas atrincherados en barrios de Marawi, en el sur del país, en una lucha que dejó más 300 muertos en casi un mes.

De los enclaves bajo control de los islamistas se alzaban columnas de humo y llamas, mientras los aparatos militares bombardeaban esas zonas en respaldo a las tropas terrestres que intentaban expulsar a los insurgentes, comprobaron periodistas de la AFP en el lugar.

Las fuerzas armadas utilizaron helicópteros de combate MG520 y cazas FA50. Las ráfagas de armas automáticas daban una idea de la dureza de los enfrentamientos.

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Según el canal de televisión ANC, que citaba a responsables militares, desde el centro del país fueron enviados 400 hombres de refuerzo.

Cientos de insurgentes, con ayuda de combatientes extranjeros según las autoridades, invadieron el 23 de mayo Marawi, la ciudad musulmana más importante de Filipinas, país de mayoría cristiana, agitando banderas negras del grupo yihadista Estados Islámico.

Las autoridades filipinas afirman que se trata de un intento de decretar un "califato" islámico en la región.

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El presidente filipino Rodrigo Duterte declaró desde entonces la ley marcial en toda la región de Mindanao, en el sur del país.

Según datos gubernamentales, el balance de los combates se eleva a 329 muertos, entre ellos 225 insurgentes, 59 soldados y 26 civiles.

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Las otras 19 víctimas son personas desplazadas por los combates y muertas de deshidratación por diarrea, precisó Mujiv Hataman, un gobernador local.

Más de 309.000 personas se vieron desplazadas de Marawi y sus alrededores, indicó el gobierno.

"Más de un centenar" de combatientes resisten todavía en cuatro sectores, informó en Manila el portavoz militar, general Restituto Padilla.  (I)