Desde septiembre, con más profusión en octubre y noviembre e incluso un poco más allá de diciembre, el pregón “¡ciruelas!, ¡ciruelas!” se escucha de manera constante en calles céntricas y barriadas periféricas de la ciudad. Es tiempo de esta fruta que muchos niños y adultos la comen crudas –con sal cuando están verdes– y maduras en jaleas, mermeladas, refrescos y helados.