Luis García asegura que pocas veces al mes la carne de res está incluida en el menú de su familia. El precio, que supera los $ 3 por libra, lo detiene al momento de hacer compras.

“Me gano la vida como albañil y no me alcanza para siempre comprar carne. Si la carne tiene hueso, es un poco más barata, pero si es pulpa es cara y con eso puedo comprar más libras de pollo”, reflexiona.

Según el sitio digital Precios Mundi, el kilo de ternera en Ecuador es de $ 6,40. Más caro que países como Argentina ($ 4,07) o Bolivia ($ 4,64), pero es más barato que Chile ($ 9,88) o Uruguay ($ 8,50).

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Los altos costos de producción, sequías, falta de incentivos estatales y la inseguridad serían algunas de las razones de este precio en el país. El costo también incidiría en el consumo per cápita de carne vacuna (por año) que actualmente está en 9 kilos en Ecuador, pero en países como Uruguay superan los 59.

Francesco Tabacchi, presidente de la Asociación de Ganaderos del Litoral y Galápagos, afirma que en Ecuador la dolarización afectó el costo.

“El cambio de moneda hace que el precio se mantenga muy bueno internacionalmente, localmente no es bueno porque nuestros precios de producción son muy altos. El costo de los insumos son altos y eso nos saca de mercado”, indica.

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Como ejemplo señala que las semillas para pasto “en otros países cuestan $ 2 el kilo, aquí está en $ 15”. Para solucionar este problema plantea que se permita su importación.

El subsecretario de ganadería, Eddie Pesántez, concuerda con que los costos de producción son elevados, pero cree que la carne no sería tan cara. “La carne de res tiene varios aspectos que le dan un precio más alto que una producción aviar. Para sacar un novillo pasan 24 meses. Sin embargo, el precio no está distorsionado al precio internacional”, afirma.

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El funcionario señala que el problema del precio y calidad de la carne también se daría por desconocimiento: “Tenemos que mejorar (...) con terceneros pequeños (...). A veces tienen carne que no es mala, pero es mal cortada, mal mantenida”.

El Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap) desde el próximo año implementaría un programa de capacitación de cortes.

Además de un plan de mejoramiento genético para generar protocolos, palpar animales e inseminar a tiempo fijo para mejorar las crías.

“Esta campaña la estamos iniciando en Manabí porque tiene la mayor cantidad de animales, aproximadamente 800.000 cabezas. El 80% de los productores del país tienen menos de 20 cabezas. Tenemos que fortalecer esa base”.

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El Gobierno anterior ya aplicó un plan de mejora genética, a raíz de la declaratoria de país libre de fiebre aftosa en 2015, para lograr exportar carne.

Consistió en la importación de 2.090 bovinos de las razas nelore, brahman, brangus y braford provenientes de países como Paraguay. También se trajeron 8.300 ovinos. Al Estado le costaron $ 6’177.275 las reses y los borregos $ 2’736.744.

Pero los resultados no fueron los deseados, según Miguel Moreta, presidente de la Asociación de Productores de Engordamiento de Ganado de Santo Domingo de los Tsáchilas.

Un obstáculo fue que las reses importadas no se adaptaron al clima de la región, esto ocasionó que enfermen y generó más gastos a sus compradores.

Agrega que el mejoramiento genético habría dado resultados si se adquirían pajuelas (tubos con semen de toros mejoradores) y se las colocaban a los animales adaptados a la zona.

También cuestiona las líneas de crédito que se aplicaron al plan: “Conozco de mucha gente que les daban un subsidio del 30% y el resto debían pagar, pero como muchos animales se enfermaron no fue rentable”.

Pesántez defiende el acceso al crédito del programa: “Todo esto fue parte con venta directa al ganadero y otros tuvieron crédito de BanEcuador que asciende a $ 2’114.000. El impacto de esta línea de crédito es importante. Se trajo 150 reproductores. En el resto de los animales lo que se quiso hacer es un aumento del hato con un valor genético aceptable (...)”.

En Ecuador hay 4’180.000 cabezas de ganado, es decir, 0,25 por habitante. Pero países como Argentina tienen cuatro cabezas por habitante.

La exportación de carne es un tema pendiente, según la Asociación de Ganaderos. Incluso este gremio desarrolló una central genética en la ciudad de Santo Domingo para mejorar el hato ganadero. Pero la falta de estas iniciativas y de apoyo estatal hacen que la venta de carne a otros países no repunte, afirma Gruber Zambrano, titular de la entidad.

Sin embargo, para Tabacchi primero “el Gobierno debe fomentar el consumo interno y luego pensar en exportar”.

Otro de los factores que afecta a la industria de la ganadería, en especial de Manabí, es la falta de agua. Los cauces de los ríos, albarradas y los pozos secos revelan la magnitud del problema en las parroquias cercanas a la ciudad de Chone.

“Hacemos pozas en cauces del río para poder conseguir el líquido”, dice Auxiliador Alvia, de la localidad Barragán. Cerca de él está Florencio Quijije, quien alimenta a sus 50 reses.

La falta de agua también afecta la producción de lácteos, según Freddy Zambrano, ganadero de Ricaurte, quien antes de la sequía producía 30 libras de queso diarias. Ahora solo 8.

Además, esto provoca una anemia prolongada a causa de moscas y garrapatas, dice el veterinario Freddy Alcívar.

En la hacienda La Envidia, en Balzar (Guayas) se reforzó la seguridad para no sufrir más robos de ganado. Foto: Víctor Serrano

A esto se suma la deforestación, lo que causa insolación a las reses por falta de sombra.

Otro talón de Aquiles para la industria pecuaria a nivel nacional sería el abigeato.

“Tenemos un costo adicional que es la guardianía y el costo de que se te roben el ganado. Debe de ser una de las épocas de mayor crisis de seguridad de la historia”, dice Tabacchi.

El dirigente afirma que una de las soluciones es permitirles mayor acceso a las armas: “Si le roban 10 cabezas a un pequeño ganadero lo quiebran”. (I)