También en Madrid, el ulular del pututu (caracola en quechua) dio esta mañana la bienvenida al solsticio de invierno y al inicio de un nuevo año agrícola. El canto melancólico de este instrumento sagrado y mítico marcó el inicio de la celebración del Inti Raymi, en la Plaza Galicia del parque El Retiro, al que acudieron unos 300 inmigrantes de Ecuador, Bolivia y Perú. El ritual, que se repite desde hace 19 años en la capital española, contó con el respaldo de las representaciones diplomáticas de los tres países. 

La ceremonia, explicaron los portavoces de los gobiernos latinoamericanos, es “una de las mayores y más remotas festividades de los pueblos indígenas de los Andes centrales”. En esta fiesta, se honra al Sol (Tata Inti) y a la Madre Tierra (Pachamama), “que es la que genera la madurez de los frutos y la cosecha, dentro de un contexto de armonía, solidaridad y reciprocidad entre las personas y entre ellas con el universo”.

Guiados precisamente por el ulular del pututu, como en épocas milenarias lo hacían los maestros para transmitir su sabiduría, un puñado de grupos folclóricos integrados por inmigrantes de los tres países convergieron desde las cuatro esquinas del lugar, símbolos  de los cuatro puntos cardinales de las naciones que conformaron el Tahuantinsuyo: Chinchansuyo (norte), Collasuyo (sur), Antisuyo (este) y Contisuyo (oeste).

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Al son de las zampoñas, tarkas y bombos invocaron el retorno de la energía vital, en unos momentos en que la amenaza del cambio climático se hace más evidente. 

El otavaleño Enrique Pulupa ejerció, un año más, de chamán. Junto a él, los asistentes agradecieron a la Tierra por todo lo que provee.

Pidieron al cielo que se vayan todos los males y vivir en armonía. 

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La fiesta se convirtió en una nueva oportunidad para reivindicar la riqueza de la diversidad cultural y el derecho a revitalizar tradiciones y costumbres ancestrales. (I)