Al menos 78 personas murieron tras una serie de explosiones en Beirut, la capital del Líbano. Además, hay más de 4000 heridos y una larga lista de desaparecidos.

La primera explosión causó una columna de humo y destellos que parecían fuegos artificiales. La segunda, mucho más fuerte, provocó una gigantesca nube en forma de hongo, levantó una columna de polvo roja y generó una brutal onda expansiva que causó daños en un radio de varios kilómetros, llegando a sentirse en Chipre, a 240 kilómetros de distancia, señala una publicación de Gizmodo.

Según Al Jazeera, funcionarios del gobierno vincularon las explosiones a un almacén donde se almacenaba desde hacía seis años un cargamento confiscado de 2700 toneladas de nitrato de amonio, un químico industrial que se usa principalmente como fertilizante para las plantas. También es uno de los componentes principales de los explosivos mineros, ya que explota si se descompone a más de 185 ºC. En este caso, un incendio habría sido el detonante.

Publicidad

“Esto es como un Hiroshima o un Nagasaki en el Líbano”, dijo entre lágrimas el gobernador de Beirut, Marvan Abbud. “Nunca hemos visto tal destrucción, o a esta escala. Esto es un desastre nacional”.

Las imágenes y las comparaciones con Hiroshima y Nagasaki, propiciaron que se especulara que una bomba atómica había causado la explosión.

Pero el físico teórico Jorge Díaz, explicó en Twitter de qué se trataba en realidad. El experto indicó que la esfera que se expande rápidamente tras la explosión es una nube de Wilson, una nube de condensación que puede observarse tanto al detonar un arma nuclear como en una gran explosión química, siempre que el aire esté lo suficientemente húmedo. Es la onda de choque de la explosión la que hace que el vapor de agua contenido en el aire se condense, formando una nube visible de microscópicas gotas de agua (que luego se evaporan por efecto térmico de la propia explosión).

Publicidad

Además aclaró que el anillo y la nube con forma de hongo que vemos justo después, no son fenómenos que se dan únicamente en las explosiones nucleares. Se producen cuando de la nada aparece una gran masa de gases de baja densidad a escasa altura, por ejemplo en erupciones volcánicas. “El gas menos denso se eleva formando una columna o ‘tallo’ y el espacio que deja es ocupado por gases más densos, empujando todavía más a los gases menos densos”, explica Díaz. “Esto se conoce como inestabilidad de Rayleigh-Taylor: al subir, los gases se enfrían y expanden, formando la cabeza del hongo”.

Si en realidad se trataba de una bomba atómica, quizás no era posible que se registraran tantos videos de la explosión, pero si se había alguno, en este se hubiese podido ver el potente destello luminoso que anticipa una explosión nuclear. La columna de polvo rojiza que se vio desde distintos puntos de la ciudad delata que fue una explosión química que liberó óxido de nitrógeno en el aire. (I)